Las veteranas que somos en la Congregación, el 5 de Julio nos dice mucho: celebrábamos «el día del Padre Herranz», muy festejado por nuestra M. Cándida.
Ella, tan iletrada y tan expresiva, llegaba hasta a atreverse con la métrica poética para felicitarle con sus versos en su «dies natalis», siempre agradecida y cariñosa.
Con el tiempo se han ido difuminando estos nuestros rasgos.
Nobleza obliga.
Será bueno y justo considerar lo que la comisión precapitular del Capítulo Constituyente del 83, al editar las CARTAS Y ESCRITOS del P. Herranz, concluyó después de una investigación seria y rigurosa desde la dimensión hermenéutica, teológica y filológica.
Fueron leídos y trabajados por todas las comunidades en orden a renovar las Constituciones, objetivo propuesto por el Vaticano II; beber en las fuentes originales del carisma de cada Congregación.
Y fue éste uno de nuestros hontanares.
ASÍ, el espíritu ignaciano, tamizado por el P. Herranz, quedó en esos textos que pasaron después a ser inseridos en nuestras actuales CONSTITUCIONES.
Forman parte de nuestro acervo, de nuestro patrimonio espiritual.
Providencial que el P. Lobo, destinara al P. Herranz a Vigo. Fue la manera de originar y encauzar nuestros cimientos ignacianos.
El texto de la comisión llega a estas interesantes conclusiones respecto a las CARTAS:
«Las cartas del P. Miguel de San José Herranz tienen una singular importancia para el Instituto de las Hijas de Jesús… /… por la claridad que proyectan sobre puntos importantes de la espiritualidad del Instituto y su historia en los primeros años, así como el conocimiento de la misma. M. Cándida que nos aporta de manera indirecta.
En el Archivo Histórico de las Hijas de Jesús existen 443 cartas autógrafas… //…
El grupo mayor, 209, a la M. Cándida… //… mantuvo también correspondencia con otras Hijas de Jesús y escribió varias cartas dirigidas a grupos comunitarios… //…
La frecuencia mayor se da en los años 1874-1877, con una media anual de unas 22 cartas; el 1875 alcanza la cifra máxima, con 42… //…
A lo largo de sus cartas, el P. Herranz busca siempre dar respuesta, punto por punto, a los asuntos que le han sido planteados, a la vez que lanza continuamente iniciativas, abre horizontes, prevé dificultades y apunta soluciones.
Sigue a distancia, con un interés y afecto nunca disminuidos, las vicisitudes del grupo religioso que la M. Cándida debe llevar adelante y capta con realismo las diversas situaciones con que ella se enfrenta. Su aportación está hecha de las orientaciones y consejos que cada caso requiere, al tiempo que le ofrece en toda circunstancia un fuerte apoyo y un constante impulso a la confianza en Dios a pesar de las dificultades interiores y exteriores… //…
…pasan por su pluma temas de tanto interés como los que se refieren a la vida religiosa propia del Instituto de las Hijas de Jesús, claramente inspirada en la Compañía; la labor pastoral de la M. Cándida como Superiora; la formación espiritual y profesional de las religiosas; el planteamiento y desarrollo de las primeras obras apostólicas y la incorporación de nuevos miembros al Instituto…/…
El P. Herranz, se manifiesta en este sentido no sólo como el guía espiritual de la, M. Cándida, sino también como alguien que colabora estrechamente con ella en la dirección del mismo, ejerciendo sobre éste un indudable influjo… //…
Otra vertiente, por fin, merece destacarse en esta correspondencia: el profundo afecto que en ella revela el P. Herranz hacia la M. Cándida María de Jesús, así como el que se intuye en la M. Cándida a través de los ecos de sus cartas, presentes en comentarios y contestaciones.
Se trata de un sentimiento que nace y crece en la colaboración pedida por la obra común, cuyos sufrimientos y esperanzas ambos sienten como propios, compartiendo por muchos años, en una comunicación confiada, a pesar de la distancia física, las reacciones que viven y la fe que los impulsa… //… «
Hasta aquí la comisión.
Y… releyendo las cartas me hago una pregunta banal… ¿por qué razón, a veces, la trata de tú y otras de Vd?
Lo importante es el caudal fontal que disponemos para ser configuradas y llegar a ser «verdaderas Hijas de Jesús», dispuestas para… «enseñar internas y externas, ricas y pobres, aquí y allí, donde la mayor gloria de Dios».
Carta a Garciarena, 22 Dic. 1871
Teresa Zugazabeitia FI