Hay que dejarse invadir totalmente por la imagen.
Aflora entones y emerge el trasfondo, el “humus” evangélico.
Una mujer hundida, machacada, aplastada… entumecida; ni mirar puede hacia arriba.
Visualiza la liberación total de la mujer encorvada. Encorvada sobre sí misma.
…hacía 18 años que estaba encorvada. Acurrucada en sí y entumecida en su soledad.
Liberación de toda mujer, de toda persona aplastada, machacada en la vida.
Expresión del “mysterium iniquitatis”.
Mujer, que no puede hacer otra cosa que “estar presente” a la persona de Jesús.
Es Jesús quien la mira con entrañas de misericordia y ternura.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo:” Mujer, quedas libre de tu enfermedad”. Y le impuso las manos.
Y la mujer se endereza.
En la imagen, la mujer DANZA. Ya erguida, levanta la cabeza; alza y alarga sus brazos, en desmesura. Sus manos alcanzan estrellas.
Todo su cuerpo, brío y vigor vital, canta la grandeza del Señor. Como María.
No se puede bailar sin alegría.
Evoca una actitud de baile flamenco. De las castañuelas de sus palmas brotan, a borbotones, estrellas florecidas en alegría que destilan liberación. Y llueven, esas flores, multicolores y diversas, profusamente, sobre ese mundo morado que yace en sombras de muerte. La mujer permanece en el mundo; pero lo transciende ya.
El símbolo cromático densifica la situación de alegría y liberación.
Contemplar cómo juega el color.
Morado: el mundo, en tinieblas que no recibió la Luz; es la noche de Juan.
¡Amarillento rojizo, el del amanecer del primer día de la semana; cuando, mujeres también, encuentran el sepulcro; vacío! ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?
Gama verde del atuendo de la mujer: del verde sombrío otoñal, postrado, al verde joven que destella fulgor y vigor de primavera: tensión escatológica; ya, pero todavía no. No es ilusa nuestra esperanza. Nuestra certeza.
Como si presente me hallase… Es que me hallo presente.
Está vivo: No busquéis entre los muertos, al que VIVE.
Sólo dejar que el Espíritu de Jesús Resucitado nos enderece por dentro para que podamos erguirnos y cantar, como María, la grandeza del Señor. Y brotará la danza y la alegría.
“Glorificaba a Dios”: la gloria del Señor, como interpreta S. Ireneo: que la persona viva.
Mª Teresa Zugazabeitia FI
Comentario a una imagen recreada por Aurora González Baruque FI