CONSEJO 50
25 enero, 2021
CONSEJO 52
8 febrero, 2021

CONSEJO 51

51. Además de las pequeñas recompensas o premios, por ejemplo, cada semana, se distribuirán tres veces al año solemnemente a las niñas medallas pequeñas, o imágenes piadosas, o cruces; estas distribuciones serán precedidas de exámenes, en los cuales la Maestra Primera se asegurará por sí misma de los progresos y conducta de las niñas. Los premios, que seguirán a los exámenes, los distribuirán a las que hayan contestado de una manera satisfactoria o tengan buena conducta, el día de la Purísima o el Dulce Nombre de Jesús.

                Pequeñas recompensas para animar, para ayudar, para que sirvan de incentivo a ser mejores estudiantes y, sobre todo, mejores personas. Ese es el consejo de la M. Cándida, no es la solución a todo, es una ayuda; no es la respuesta a todos nuestros problemas, es solo un estímulo. Muchos tenemos pequeños detalles religiosos guardados con cariño, en la cartera, en el coche, en casa, pequeños regalos que conservamos con cuidado y que sirven para recordarte a personas, a lugares, pero sobre todo para llevarte a Dios. Son pequeños, pero se convierten en grandes en algunos momentos de tu vida. Esa cruz a la que te agarras en las dificultades, esa estampa en el bolsillo a la que le pides consuelo.

                Esta semana celebramos la festividad de Santa Águeda a la que en Catral se le tiene una especial devoción y cariño. Miles de personas vienen todos los años (menos este) a recorrer la calle de Santa Águeda y acercarse a la ermita a rezarle a la “santa” y pedirle un año más por las necesidades que cada uno lleva dentro. Este año será diferentes, como tantas otras cosas, pero no por eso dejaremos de pedir a Santa Águeda la coherencia y la fuerza que tuvo para mantener su fe. Que nos ayude a que seamos fieles como ella lo fue.

                Estos días he estado de poda y es una actividad de decisiones continuas, de pensamiento de futuro para cada rama, imaginando sus frutos dentro de unos meses. He pensado cómo Dios nos trabaja en cada época de nuestra vida, y cómo aquello que pensamos que puede ser una pérdida, se convierte en sus manos en algo maravilloso transcurrido un tiempo. Así son las cosas de Dios. Y así hay que dejarse llevar, dejarse hacer, porque el fin es “la mayor gloria de Dios”, no la mayor gloria del podador.  

                Como dice el libro del Deuteronomio, en las lecturas de ayer, da igual lo que pienses o escribas, eso no es lo importantes si crees que tú eres el que escribes o hablas así. Hay una escena que siempre me ha hecho reflexionar. Es el viaje de Moisés camino de Egipto para pedirle al faraón que libere a su pueblo. Dios le dice que no se preocupe de lo que vaya a hablar, que confié porque Él pondrá las palabras en su boca, Él se encargará de todo, Moisés solo tiene que caminar. Y es el Señor el que pone las palabras en la boca de quien confía de verdad, de quien no busca otra cosa que ser herramienta para su obra. Quizá nos pide algo a cambio y es lo que el salmo 94 nos dice: no endurezcáis vuestro corazón; que no se vuelva de piedra, que deje pasar como buen filtro aquellos que Dios inspira y susurra.

                Seamos personas de buena conducta, de corazón agradecido. Porque se necesitan personas que confíen en Dios, que caminen confiados, sin miedo. Seamos de ese tipo de personas que no dejan de caminar a pesar de sus caídas y de sus errores, incluso a veces de su lejanía de Dios. Dios es misericordia que acoge y perdona, que anima e invita a no dejar de vivir. Seamos de los que se acercan al templo como Jesús se acercó a la sinagoga aquel día en Cafarnaúm.