33.La Maestra Primera cuidará de que se confiesen y de disponerlas muy bien para la primera comunión, animándolas, instruyéndolas con ternura, tratando de penetrar más íntimamente sus corazones. Ella misma les dará unos Ejercicios Espirituales según su corta edad. Ejercicios importantes de los cuales dependerá la felicidad de las niñas o desgracia de toda su vida.
Septiembre se despide y octubre asoma con su color característico, aunque no acompañe el tiempo propio de esta última estación, pues por aquí todavía es verano. Y encima el mar se empeña en acompañar estas palabras.
Y es en este tiempo de inicio de curso, de cambio de jornada, de cambio de mes, donde la M. Cándida habla de instrucción, de disposición para ese momento de la primera comunión. Me quedo con ese consejo de ánimo que la M. Cándida les pide para las alumnas. Que importante es ese ánimo siempre, ese estar cerca y decirles que no tengan miedo, que la vida les ofrece un momento especial y que Dios quiere hacerlo desde la cercanía de escucharles, decirles que lo disfruten desde dentro, desde el corazón, pues allí es un buen lugar para encontrarse con Dios, con ese Padre que nos cuida, que nos acoge y acompaña.
Y habla de acompañar con Ejercicios Espirituales, con ejercicios para el alma, con esos ejercicios que nos preparan poco a poco para la vida y que, dice la M. Cándida, de ellos depende la felicidad o la desgracia. No me atrevo a tan firme afirmación, pero si digo que no conozco a nadie que, tras hacer los Ejercicios Espirituales, no haya sentido felicidad, no haya sentido que su vida tiene sentido y tiene más sentido. Es un momento especial donde le dices a Dios lo que nos decía ayer el salmo 24:
“Señor, enséñame tus caminos (dime por dónde debo ir)
Instrúyeme en tus sendas (enséñame tus sendas para que pueda conocerlas y decidir)
Acuérdate de mí con misericordia (pues me conoces y sabes que te necesito)
Hazme ser humilde y caminar con rectitud” (y que te sientas orgulloso de mis pasos)
Y Pablo insiste en ese camino de humildad, nos alienta a dejarnos guiar por ella y nos anima a buscar el interés de los demás, no el propio. Aquí hago una parada para proponer una canción que se cruzó en el camino de este consejo y que encaja en todo lo que estamos diciendo. La canción dice que hoy más fuertes, humildes y diligentes. Es de Ain Karem. Gracias a quien me la compartió, a quien me hizo este precioso regalo. Y como se trata de ser y de hacer, me quedo con la pregunta que hace Mateo ayer: ¿Quién de los dos hizo lo que quería el Padre?. Creo que es hora de ser y de hacer, y da igual lo que en un principio hayamos dicho, lo importante es hacer lo que Dios nos pide, lo que Dios nos susurra cada día. Da igual si hemos dicho que sí y luego no lo hemos hecho, Y da igual porque en ese reconocimiento está nuestra fortaleza para rectificar y hacerlo. Y da igual si hemos dicho que no y después lo hemos hecho, quizá fue una mala respuesta, quizá fue un mal momento, pero hicimos lo importante. Hay una tercera vía que es decir que si y hacerlo. A esa estamos llamados. Y en esa estuvo la M. Cándida desde aquel abril en Valladolid. Dijo si y desde ese día no hubo ni un solo momento que no fuese para Dios.
Seamos de esas personas que cuidan, animan, instruyen y aman. Porque como dice Juan Tomás: “los errores cometidos a lo largo del camino también son equipaje. Lo que no debemos es arrastrarlos como una carga que nos impide avanzar”.
Siempre hay un nuevo amanecer que agradecer.
Llegando al final he vuelto a leer, como tantas veces, el consejo, y de pronto hay una frase que me suena nueva y diferente y que quiero compartir: instruyéndolas con ternura. Ternura, que palabra tan poco usada, un poco arrinconada y que importante en la labor de educar, la ternura cambia el corazón, abre nuevas ventanas de aprendizaje, ayuda a matizar palabras.