34.Cuando las Maestras tengan que hacer instrucciones a las niñas, no les permitirá la Maestra Primera que las emprenda ninguna [por sí misma] y por [propia] inspiración, sino que les pondrá entre las manos catecismos razonados o algún otro libro con los que vayan preparadas, formen las ideas y puedan hablar con claridad y facilidad a mayor gloria de Dios y bien espiritual de las niñas.
La M. Cándida sabía de la importancia de estar bien preparados, bien formados para, así, servir mejor y a mayor gloria de Dios. Y lo sabía desde su humildad, su intuición y su confianza en quien le pidió esa misión, más que en su propia sabiduría. Nos aconseja aclarando que no todo vale, sino que la formación debe estar guiada y “razonada” para formar bien las ideas y así poder hablar con claridad y, añado, libertad.
Se trata de un consejo formativo, pero a la vez, se trata de una ayuda para evitar que cada uno pueda solo “hablar de su libro” y exclusivamente de su libro. La verdad es Dios. Y con ayuda y errores nos vamos acercando a la verdad. El camino es el evangelio. Y con ayuda y errores lo vamos haciendo parte de nuestra vida. Y la Vida es volver a Dios al final de esta etapa, y con ayuda y errores lo intentamos, pero mientras tanto hay mucho por hacer, muchos caminos que recorrer y mucha vida por vivir.
Porque se trata de saber trazar las líneas del camino y de decir, con el salmo 79, que “no nos alejaremos de ti”, que siempre serás nuestro faro, que cuando te demos la espalda, Tú seguirás iluminado nuestro camino para que, cuando volvamos, no nos perdamos. Y, así, mientras recorremos las sendas de la vida, tenemos la certeza de no andar solos. Con esta seguridad debemos recordar lo que Pablo escribía en sus cartas (versión libre):
“Chicos, que nada os preocupe cuando caminéis por los caminos de Dios, porque a pesar de las dificultades y de las distintas etapas por las que tendréis que pasar, recordad que la paz de Dios (vaya tesoro), esa que supera los juicios, los razonamientos, esa, es la que guardará vuestro corazón y la que custodiará vuestra forma de pensar. Y con eso no tened miedo para recorrer los caminos y llegad a los lugares que esa fe os lleve. Yo estaré por allí. Y recordad que solo os pido una cosa: que todo lo que habéis aprendido, todo lo que habéis recibido, todo lo oído y todo lo que habéis visto en mí, pues manos a la obra, no lo guardéis por si se rompe, os garantizo que se rompe si no se pone en marcha. Y por si alguno tiene un poco de dudas o mieditis, el Dios de la paz, ese de quien nos hemos fiado, estará siempre con nosotros, porque nuestro Dios siempre está”.
Todo esto es para nosotros, porque ni no nos lo creemos y lo ponemos en marcha, cada uno a su ritmo y cada uno en su tiempo, nos pasará como nos contaba Mateo: se os quitará y se dará a otro pueblo. Seamos hijos agradecidos.
En tiempo de tormentas, del tipo que sean, como las que estamos padeciendo hoy, es una excelente oportunidad para confiar en Dios, para formarse con ideas que sirvan y para hablar con claridad y sin ofensas, para en definitiva ser personas cuyo fin es el cielo y cuya responsabilidad, mientras llega ese fin, es cuidarnos como hermanos y cuidar este mundo.
Y todo, todo, sabiendo que nuestro trabajo es sembrar. Ya se encarga Dios de la cosecha. Pero Dios quiere que seamos nosotros los que sembremos, los que cuidemos lo sembrado. Y todo, todo, con la certeza que, de lo que se siembra se recoge y con la seguridad de que, si nada sembramos, nada habrá por recoger.