31. Para salud, tanto de las Maestras como de las niñas, han de estar muy ventiladas las clases; se barrerá todos los días; si es posible será por niñas pobres a las que, si es posible, se le socorrerá con algo, moviendo las voluntades de las educandas buenas y otras personas; pero esto queda a la prudencia de la Superiora, [teniendo en cuenta que] debe procurarse y sostenerse la educación [de estas niñas].
Empezamos un nuevo curso con el último consejo de la M. Cándida para el personal de las escuelas y preparando los consejos sobre el contenido de la instrucción. Como todo en la vida, una etapa se cierra y otra se abre, una puerta se cierra y muchas ventanas y puertas se abren. Solo basta mirar con los ojos que hay que mirar, es decir, con los ojos del evangelio, con los que la M. Cándida miró tantas veces ante situaciones que no entendía o que le costaba entender. Es así de sencillo de entender, otra cosa es llevarlo a la práctica. Y ahí es donde a veces no coinciden las líneas.
Y curiosamente hoy, dadas las circunstancias sanitarias en los colegios, la M. Cándida nos habla de “ventilar las clases” y de una forma especial de sostenibilidad. Habla de esa sostenibilidad basada en la fraternidad, en el respeto, en la atención a las circunstancias de cada persona. Eran tiempos difíciles y diferentes a los actuales, pero siguen valiendo sus consejos. Y hablas de prudencia, no de vociferar y chismorrear sobre los demás. Me planteo la sostenibilidad personal y pienso ¿cómo me organizo? ¿cómo organizo lo que me rodea? ¿cómo llevo mi prudencia? ¿qué criterios coloco como principales? ¿cómo ventilo mi vida? Muchas preguntas en este inicio de curso donde se me unen varios cambios en mi vida.
Quiero aportar mi acción de gracias por las Jesuitinas que cumplen este mes 50 años de fidelidad a Dios como Hijas de Jesús. Muchas caras conocidas, muchos momentos compartidos. Mucha vida de servicio en sencillez, alegría y humildad. Pero sobre todo mucho aprendido de ellas, de las que he tenido la dicha de conocer y con las que compartido parte de su vida en el colegio o en otros servicios. Doy gracias a Dios por todas ellas, por todo su buen hacer, por esos buenos consejos, por toda la ayuda desinteresada y en cualquier momento. GRACIAS.
El evangelio de ayer, que siempre es tan oportuno, nos habla de perdón. Buena palabra para empezar un nuevo curso. Nos habla de las veces que hay que perdonar y de cómo hay que perdonar porque tenemos un Dios que “es compasivo y misericordioso”, como repetíamos en el salmo. Y es aquí cuando encontramos la respuesta a la pregunta de cómo tenemos que ser, de cómo debe ser nuestra vida. La respuesta está en el salmo. Tenemos que ser compasivos y misericordiosos. Tenemos que ser de esas personas que no apuntan y guardan con rencor, al contrario, de las que son capaces de perdonar y pasar página, porque en definitiva “ninguno de nosotros vive para sí mismo … vivimos y morimos para el Señor, en la vida y en la muerte somos del Señor”. Y para el perdón, una última palabra: que sea de corazón, como dice Mateo. Que sea limpio, que no quede poso como en un mal vino, porque ese poso sólo estropea lo bueno que ha de venir.
Es momento de ilusión, de precaución y de coraje. No es momento de pasotismo, de cobardía o desánimo. Por eso, desde estas líneas, todo mi ánimo para empezar y todo nuestro cariño para esos alumnos que lo necesitan, aunque sea a distancia. Las palabras de ánimo y cariño pueden darse a distancia. Ánimo.