STABAT MATER
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«Practicar el discernimiento» – Capítulo 19 – VivirFI Radio
15 abril, 2020

CONSEJO 19

19. Además de la Maestra primera habrá tantas Maestras y Ayudantes [cuantas] sean necesarias para instruir a las niñas y para orden de las escuelas.

“La Purísima Virgen nos cubra con su manto”, decía la M. Cándida al principio de sus cartas, y hoy lo seguimos diciendo y mañana lo seguiremos diciendo, hasta que acabe este tiempo de confinamiento y reflexión vital. Que siga cubriendo con su manto nuestras vidas igual que cubrió la de los discípulos aquel sábado santo, en aquellos momentos de dudas e incertidumbres donde lo que se jugaban era la vida.

Igual que cambiamos de tiempo litúrgico y entramos en el llamado tiempo pascual, también cambiamos de tipo de consejos. Ahora la M. Cándida pone sus ojos en el Personal de la escuela, en esas personas que forman la mayoría de los responsables de la educación en la escuela. Y seguimos diciendo también hoy: “La mies es mucha y los obreros pocos”. He conocido a muchos maestros a lo largo de mi vida y he tenido la gran suerte de encontrarme con muchísimos a los que puedo llamar maestros. Hacen falta maestros de esos que se crean lo que dicen y hacen, de esos que sepan dar esa palabra de ánimo, por encima de las, encorsetadas a veces, programaciones. Aclaro que, cuando digo maestros, hablo de todas las personas, sean hombres o mujeres. Pues eso, hacen falta maestros, que hablen de Dios a sus alumnos y que hablen sencillamente, desde el corazón, desde lo que viven.

Amplío la perspectiva y digo: hacen falta personas que hablen a su familia, amigos, conocidos o desconocidos, de Dios, que hablen con el corazón y desde el corazón. En definitiva, personas que hablen de Dios con su palabra y su vida.

Tiempo de Pascua, tiempo de Resurrección, tiempo de alegría, de esperanza, de un futuro confiado. La primera palabra que le dice Jesús resucitado a las mujeres, según nos cuenta Mateo ayer en el evangelio de la Vigilia, es: “Alegraos”. No podemos ser testigos de un triste, porque no es lo que Él nos dijo. Alegraos conmigo, que vuestra vida se llene de alegría, porque he vencido a la muerte. Estad alegres porque yo estoy alegre. La segunda palabra/frase que les dice es: “No temáis”. No hay miedo a nada, no tenemos razones para temer nada, porque nada hay por encima de Jesús, nada, ni siquiera la muerte. Y estas dos palabras son las que hoy necesitamos. No perdamos la alegría a pesar de todo, a pesar de tener miles de razones para ello. No perdamos la alegría, la esperanza. Y no temamos a nada, seamos prudentes y cuidadosos, pero sin miedo, sin que las circunstancias externas nos hagan encoger. No temáis, dice Jesús.

                “Fue Nietzsche uno de los ateos más críticos contra una religión triste, esa de quienes, al salir del templo en cuyo interior se han cubierto de ceniza, sólo parecen interesados en comentar trivialmente el tiempo atmosférico. Pero proclamar el anuncio con el corazón frío es proclamar el Evangelio como una mala noticia. La Buena Nueva solo cabe con verdadera y perfecta alegría. ¿Cuál es la verdadera alegría?”. Carlos Díaz en “Diez palabras clave para educar en valores”.

Por eso, ante la tentación de pensar que somos pocos o que esto ya no se lleva, recurro a las palabras del Papa Francisco en su visita a un país, a una región, donde los católicos son 16.000 entre más de cinco millones de otra religión: “Por favor, no cedan a la tentación de pensar que son pocos; piensen más bien en que son pequeños instrumentos en las manos creadoras del Señor, y Él irá escribiendo con sus vidas las mejores páginas de la historia de la salvación en estas tierras”. Esta es la Buena Noticia de Jesucristo resucitado.