¡Hay que ponerse las pilas!
Y no solo protestar por la última factura de la luz, ¡que también!
Ciertas empresas han empezado ya.
Una universidad del Norte ya sigue la «carbon footprint», la huella «carbónica» que deja una empleada suya. Vive a más de 100 kms de la universidad y supone desplazarse en coche diariamente, ida y vuelta… Demasiado densa su «carbon footprint». Ergo, le han dispensado su actividad laboral presencial un día por semana. Claro que ese día, teletrabaja en casa. Varios factores habrán influido en esta decisión, pero la que invocan es su «carbon footprint».
Estudios exhaustivos están indagando toda huella de carbono, incluso personal, que dejamos.
Preocupaciones ecológicas… compatibles con la economía financiera también: números cantan. Y se reflejan en el presupuesto. Y llegan a situaciones nimias: consumo de alimentos aledaños o transportados, por ejemplo. Naturales o procesados industrialmente. Uso del plástico que empaca.
Si vamos a volver a la antigua tienda de ultramarinos, que pesaba y vendía a granel… Y en papel de estraza.
Y nos lo vendieron como progreso.
Y… ¿regresamos para atrás como progreso, al papel de estraza, a granel? Eso parece.
Ha habido una convención sobre ecología y, está vez, coherentes, los participantes europeos han llegado todos en tren, en vez del usual avión de otras veces. Por algo se empieza.
«Un grano no hace granero, pero ayuda a su compañero», reza nuestro refranero español. No está mal que socialmente lo empecemos a tener en cuenta.
Habrá que pasar también al plano personal. Y tomar conciencia de nuestros usos y costumbres en lo más elemental de nuestro devenir cotidiano: esas luces que dejamos encendidas, esa fuente que sigue goteando perdiendo agua constantemente, esa lavadora con poca ropa, ese lavavajillas a medio llenar, ese horno a 250 grados… en vez del microondas, ese ascensor que sube y baja 13 pisos por no esperar un poco, el uso y abuso del coche…
¿Cuántos usos y recursos podríamos optimizar en provecho de nuestro planeta azul?
¡Que está ya cansado de tanto expolio!
No es solo cuestión económica, de ahorro, que también.
Se trata de recursos universales que tenemos que usar responsablemente. Sin abusar. Pensando en un futuro bien próximo.
También está en el Génesis; cuando el Señor Dios nuestro, nos encargó el cuidado de la creación. Cf. Gen 1,28.
Ahí encuentro el ADN de la ecología actual.
Teresa Zugazabeitia FI