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María en mayo

Salve rociera. Siempre así.

                Cantar a la Virgen siempre es cantar a la Madre. A veces no hay que volverse loco buscando esas palabras tan estupendas para hablar con María, nuestra Madre. No hace falta, y tampoco creo que lo necesite. Sencillamente hay que hablar o, simplemente, hay que mirar y escuchar.

                Una sencilla oración es más que suficiente. Por eso la fuerza del Ave María. La fuerza de una canción de saludo, de abrir el corazón mirando a los ojos de una figura que te devuelve respuestas, que te escucha y te susurra al oído aquello que Ella escuchó a su hijo: “Haced lo que Él os diga”.

                Hoy saco del cajón de mi mesita una canción del grupo Siempre así. Me ha acompañado tantas veces y me ha devuelto la luz en algunos días grises. Sigo pensando que hay canciones, que hay canciones buenas. Pero, que hay canciones especiales escondidas en ese cajón de mi mesita. La Salve Rociera abre el mes de mayo, la salve del olé llena de sonido el color de las primeras flores de primavera, que este año, por aquí, viene un poco retrasada.

                Siempre así es de esa gente que cree lo que canta y vive lo que cree.

                Hace muchos años que oigo a Siempre así, y me da la impresión de detrás de sus buenas voces hay mejores personas. Sus caras siempre me han hablado de sinceridad y coherencia. La fuerza y la unión del grupo, al que no conozco personalmente (solo les he visto una vez en Alicante), habla bien de ellos. Me ocurre con Siempre así, también con otros, que son como cuando te acercas a un árbol que puede parecer seco, le arañas un poco con la uña y descubres que hay verde, que hay vida, que la vida puede tener etapas y momentos, pero si la raíz es buena, siempre hay vida. Y si encima tenemos un jardinero (Dios) que se encarga de cuidarnos, pues adelante, sin miedo, con confianza.

                Me quedo con la versión de Sevilla, donde después de la introducción de Rafa, las siete voces empezaron a abrir el corazón y a mirar por dentro a esa Madre que les cuida. Decía la M. Cándida que “Dios es Padre que de todos cuida” y, hoy, con su permiso, añado que, además, tenemos una Madre que siempre está pendiente de todo, que también nos cuida y que da igual el nombre con el que la llamemos, da igual, eso no es lo importante.