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KO… OK…

KO… OK…
Solo difiere la colocación de las letras…

Y ¡qué diferencia semántica!
También fonética.

Cuando decimos OK, suena que nos viene del «spelling» inglés. Sin embargo, cuando sonoramente decimos: KO… deletreamos a la española.

OK… es haber entendido, estar de acuerdo, vale… Tiene su música de bienestar y armonía. KO, nos sumerge en la impotencia, cansancio, el no poder más… ¡ hundido!

Y tiene su versión icónica:
Pulgar hacia, arriba… ¡OK!
Pulgar hacia abajo… ¡KO!
Y dicen que era medida de gracia o de condena, como expresaban su voluntad los Césares sobre la vida o muerte de los gladiadores.

Es que el origen de KO está en el boxeo. ¡KNOCK-OUT!
Relación nórdica «knoca», golpe
Y nuestra RAE admite ya «noquear».
Dejar fuera de combate.
Por ahí irían las cosas…

El difundido OK recaba múltiples orígenes. Se lo disputan.
Nos quedaríamos con el origen bélico de la guerra de Secesión:
¡ZERO KILLED! ¡0 Killed!
Hay más teorías… Tiene muchos más padres nuestro simpático OK.

Qué diferencia de significados, únicamente barajando las dos únicas letras…

Y ahora nos adentramos un poco… Nuestros principios, nuestros valores, nuestras actitudes, nuestras acciones u omisiones… ¿Cómo las barajamos? ¿Qué ponemos en el cimiento, qué en la cúspide, qué en el centro, qué a los lados…?

Porque ese QUÉ o QUIÉN va a conformar el rumbo y andadura de mi vida. Única vida.

Jesús «pasó haciendo el bien».
Y nos ha dejado su estela en el evangelio.
Nos sentimos OK, a pesar de que, a veces, en el camino desfallecemos y hay momentos KO.
Pero recobramos aliento enseguida.

¡ÁNIMO, SOY YO!
¡ESTARÉ CON VOSOTROS HASTA EL FINAL!

Teresa Zugazabeitia FI