María Villarta tiene 21 años. Es de Madrid y está en 4º curso de la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas. Dentro de sus responsabilidades compagina sus estudios con el voluntariado en comunicación en FASFI. Su vínculo con las Hijas de Jesús comenzó al estudiar bachillerato en el Mater Purissima, uno de los colegios de la congregación ubicado en el barrio de Usera de Madrid. «Me adentro en este proyecto muy agradecida por la confianza depositada en mí. Intentaré estar a la altura en este espacio de reflexiones, más bien espontáneas, que no pretende escalar muy alto sino cavar hondo», señala. En este capítulo 26 hace una reflexión sobre los cambios de ritmo en la vida tras el confinamiento. Dale play y conecta en nuestro canal de IVOOX.
Texto:
Estos días muchos pensamos qué podemos hacer para que pase el tiempo más rápido, si es que nos quedan ratos libres, o para que éste no nos pase por encima y vivir con intensidad a pesar del confinamiento. Parece que necesitamos siempre cosas que hacer o tareas que nos hagan sentir productivos.
Pero me estoy dando cuenta de que puede que la clave no esté en las cosas que hagamos, sino en las que dejamos de hacer o a las que renunciamos. Marcando prioridades, tachando lo innecesario o, como diría el Principito, yendo a lo esencial, nos haríamos un favor.
Y es que tenemos tan arraigada la idea del progreso, del crecimiento, que hasta frenar tiene que servir para coger impulso en nuestra sociedad. ¿Por qué no frenar, sin más, de vez en cuando? Sin sentirnos mal por ello.
Frenar puede ser un fin en sí mismo… Pararnos a pensar, a reflexionar, a estar conmigo
misma… Y todo ello sin tener como objetivo recargarse de energía para aguantar más en la próxima carrera.En definitiva, vayamos más lento. Es un buen momento para cambiar el ritmo.