«Quousque tandem abutere
«ministres» patientia nostra?».
(Licencia para cambiar «Catilina» por el neologismo «ministres».)
Es lo que, Marco Tulio Cicerón, muy cabreadillo, interpelaría a nuestros políticos si levantara la cabeza y constatara que pretenden marginar la Historia y Filosofía de los itinerarios curriculares de nuestros alumnos.
Él, que personifica la HISTORIA como ¡MAGISTRA VITAE!
Y se desata en justos requiebros:
«Testigo de los tiempos.
luz de la verdad,
vida de la memoria…»
Entonces, Marco Tulio nos explicaría: en el origen de MAGISTRA, está el «magis».
El «magister» es el que destaca; está por encima, por sus conocimientos y competencias.
Y… MINISTRA viene de «minister»
Su origen, el adverbio «minus», comparativo de «parvus» que significa «menos» o «menor».
El «minister» era el sirviente, de pocas luces y habilidades.
Ergo… cualquiera puede ser ministro, pero pocos, maestros.
Según la etimología, claro.
Ahí estará el quid de la cuestión .
Y no estará ausente, que podría insinuarse aquella ya manida «lucha de clases» entre el «minus» contra el «magis».
Si nos lo ha contado ya la HISTORIA, «testigo de los tiempos».
Y ese tiempo no está tan lejano, aunque venía de Maquiavelo, que andaba ya en esas zarandajas.
Pero últimamente, germinó en ideologías totalitarias que, conquistado el poder, siguen aherrojando a pueblos inermes.
La HISTORIA, maestra de la vida.
La FILOSOFÍA, ama la sabiduría.
Y no interesa. Es una amenaza.
Mejor aborregados, sin sentido crítico; no sea que nos cuestionen y lleguen a maniatarnos.
Mejor hacer pastar a un hato de ganados.
Y esto… ¿es progreso?
Teresa Zugazabeitia FI