Slogan muy logrado en una bolsa que ha caído en mis manos de una multinacional de reconocido prestigio.
Bien diseñada.
Sobre un verde joven, un círculo blanco para destacar un «60», todo flor, que evocan los sesenta primaverales años de compromiso por lograr y realzar la belleza femenina a través de conseguidas fórmulas estéticas de cosmética y alta perfumería de fama y comercio internacional.
La bolsa que llega a mí está ya muy usada. Arrugada. Pero todavía sirve para contener y transportar cualquier cosa. Tiene fuertes anclajes: sus asas resisten.
Al verla me he acordado precisamente de Patricia; religiosa que conozco hace años.
El otro día me comentaba feliz:
«¡Sesenta años de mis Primeros Votos!».
Alcanzada en su juventud, anclada y centrada en Jesús, razón y amor de su vida,
ha entregado y derramado su vida en la hermosa tarea de la educación de la niñez y juventud.
COMPROMETIDA pues, 60 años, por la BELLEZA , en este caso, de la EDUCACIÓN .
Belleza interior.
De la entera persona, que tiene que ver con la bondad de corazón, la honradez y el decidido compromiso solidario por un mundo mejor donde haya sol, trabajo y pan para todos.
Belleza animada por el fulgor de la cercanía de nuestro PADRE DIOS que en JESÚS, nos hace a todos, hermanos.
Belleza que corrige arrugas profundas de egoísmo que medra a costa de los demás, de los débiles descartados.
Simas de poder personal y estructural que agreden y desestabilizan naciones y sectores sociales vulnerables.
Y no es que ella desdeñe la belleza física.
Le encanta la belleza facial y su restauración: una tez tersa que requiere limpieza de cutis y exfoliación. Una línea de ojos. Maquillaje de color. Incluso el botox.
O un tratamiento anticelulítico, también.
Pero ha optado por esa otra belleza que no tiene peligro de degenerar y ajarse.
Aquella que siembra valores y criterios y actitudes desde el «jardín de infancia» y acompaña juventud; y requiere tiempo y madera de roble, como el vino añejo.
Patricia ya en edad del «jubilare» laboral, social,
Octogenaria, arrugada su tez, como la bolsa.
Pero su «élan vital» desafía tiempo y espacio.
Y le brillan los ojos de ilusión contenida.
Densa en su oración, siente la fraternidad universal de los de cerca y los de lejos.
No habla mucho del pasado.
Otea más bien el porvenir y siempre tiene planes: serán los migrantes, los grupos de parroquia, la visita a los dependientes.
¡Llega a tapar tantos agujeros sociales… !
Discreta, eficaz, casi sin darse cuenta.
Está al tanto de todo. Llega a todo.
No se le ha escapado la era digital, tampoco.
Han pasado muchas generaciones por su corazón y sus clases de Lengua y Literatura.
Retiene tantos nombres de sus alumnos….
Y sigue relacionándose con algunos.
Como Juana de Arco, en la «Hoguera feliz» de Martín Descalzo, sigue diciendo: «hay tantos hijos que nos nacen fuera de las entrañas».
Cuanta flor y fruto granado en esa difícil y apasionante tarea de ser indicadores de ruta, de criterios, de valores, de sentires… de ser testigo y ayuda en ese irse consolidándose como personas, implicadas y responsables de una fraternidad universal, embridando la propia vida con un sentido evangélico, al estilo de Jesús.
Algunas antiguas alumnas, abuelas ya, le recuerdan sus estrategias y devociones que «reciclan» para sus nietos…
Y cómo se ríe y disfruta Patricia: «sois las abuelas las que tenéis que enseñar a rezar a los niños… las madres trabajan, no tienen tiempo de estar con sus hijos. Vosotras, sí».
Ahí sigue con su vieja agenda:
ese cumpleaños, ese aniversario de boda, esa fecha especial… que anuda relaciones y amistades añejas.
Esa bolsa arrugada, que tiene mucho de «contenedor y transporte», como el corazón repleto de H. Patricia: 60 años de vida comprometida con la BELLEZA, entregada… y que aún sigue derramándose.
Su alegría serena es el marchamo que le delata su hondura interior.
Y es descanso y sosiego para los que tenemos la suerte de convivir con ella.
Y como el vino; al envejecer, destila calidad de relación y compromiso acendrado por la belleza de la pasión de la Educación, en servicio del Reino de Dios, que nunca descuida.
M. Teresa Zugazabeitia, FI