La novedad cotidiana. ¿Todos los días iguales?
22 marzo, 2019
Una vida con sentido(s) – ¿No lo oyes?
27 marzo, 2019

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº441

Carta nº 441      Diciembre 1911

 

“No le extrañe que defendamos nuestro derecho. Si usted como dice, quiere transacción y arreglo, ¿por qué no presenta sus documentos?»

 

En este último lunes de marzo y coincidiendo ayer con el tercer domingo de cuaresma, la Madre Cándida habla de justicia con esas palabras, que define a una persona que defiende lo suyo sin menospreciar a nadie. Al que pretende algo que, según la Madre Cándida, no le corresponde, sólo le pide que aporte documentos de que tiene razón, porque, tal como le dice en otro párrafo acerca de este mismo asunto: si supiésemos que le corresponde algo de la casa, nos apresuraríamos a declararlo así.

Esta es la visión de justicia. No herir por herir, sino transparencia y claridad a la vez que firmeza. Esta es la justicia de la higuera que nos contaba ayer Lucas y que nos acompañaba el salmo: El Señor es compasivo y misericordioso. Es una justicia que no va reñida con la amistad, ni con la misericordia, sólo va de parte de la verdad, pero tiene razones, a veces, que superan lo meramente justo. El dueño tenía razones para cortar la higuera, pero alguien ve más profundo, ve más desde otro lado y pide misericordia, pide una nueva oportunidad para ayudarle a dar fruto.

Yo creo que la Madre Cándida es de las dar nuevas oportunidades, es esa mujer que desde muy pequeña aprendió que en la escucha estaba la clave de muchos problemas y es de agotar todas las oportunidades que fuera posible para buscar la verdad de las cosas, aún a coste de su salud. Y cuando ya no se puede más, pues hasta aquí hemos llegado. Todos tenemos derecho a recibir nuevas oportunidades y todos tenemos el deber de ser personas de dar nuevas oportunidades. A lo largo de su vida tuvo que parar ese primer pensamiento de “hasta aquí” y reflexionar si era el momento de dar otra oportunidad a esa persona que había fallado o no había llegado. Y creo que sería como dice el evangelio, sería como el viñador que decide cavar a su alrededor y echarle estiércol y un poco de agua. Precisamente, por propia experiencia, la higuera es un árbol muy agradecido que con poco cuidado va muy bien. Pero es importante que alguien cave y quite las malas hierbas que están quitándole la buena fuerza y es importante que alguien se encargue de echar estiércol, de echar fuerza añadida externa que ayude a hacer brotar nuevas ramas y nuevos frutos.

Seguimos en cuaresma y debemos seguir siendo viñadores que ayuden a árboles un poco estropeados, a ejemplo del Viñador que hace eso continuamente con nosotros cada día. Jesús no se cansa de cuidarnos, de darnos fuerza para que volvamos a dar fruto, pero, sobre todo, para que volvamos a tener vida. Estamos en un buen momento para parar a escuchar a Dios, nos queda la mitad de la cuaresma y nos queda mucho tiempo para poder contestar a la pregunta sobre cómo va mi vida en este tiempo de conversión. Por lo menos que no pasen los días como si fuera un tiempo más.

Aprovecho también para felicitar a todas las mujeres que hoy celebran su fiesta. Hoy es la festividad de la Anunciación del Señor, la fiesta de la Encarnación del Señor. Muchas felicidades a todas, en especial a una Encarna muy cercana, muy vecina, que siempre está cuando la necesitan y que difícilmente pierde la sonrisa.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí completa la carta 441 de la Madre Cándida