JUEVES SANTO
1 abril, 2021
SÁBADO SANTO
3 abril, 2021

VIERNES SANTO

En la cruz, Jesús nos pone ante otro gran misterio: ¿Cómo puede ser que una persona llegue a amarnos hasta tal extremo? Es el misterio del amor extremo. En su sufrimiento solidario, vivido ante el Padre que parece ausente, Jesús se lo juega todo: lo da todo, lo entrega todo a cambio de nada, sin ninguna seguridad. Jesús ama tanto la vida verdadera que, para defenderla, se hace no vida».
Ante tanto gran misterio:
Lo primero que podrías hacer, al pie de la cruz, es maravillarte ante este misterio de amor y desear sentirte transido por Él. Pídelo porque es un don. Carles Marcet, sj.

EL GRITO DE TODA LA HISTORIA

Dentro de tu grito en la cruz

caben todos nuestros gritos,

desde el primer grito del niño

hasta el último quejido

del moribundo.

Cuando la palabra es pequeña e incapaz

para expresar tanto dolor nuestro,

el cuerpo y el espíritu se unen

en este espasmo descoyuntado.

En tu grito de hombre

comprometido por la nueva justicia,

denuncias a los vientos

de todas las épocas

los sufrimientos encerrados

en las salas de tortura clandestina

y los llantos ahogados en la intimidad

de corazones justos sin salida,

todos los atropellos

contra minorías impotentes

y la explotación de hombres amordazados

por leyes, máquinas, amos y fusiles.

En tu grito oímos la protesta de Dios

contra todas las violaciones

de sus hijos.

En ti grita el Espíritu crucificado

por los tribunales, sinagogas

e imperios por los siglos

que quieren enmudecer

el futuro libre y justo.

Dentro de tu grito lanzado al cielo

encomiendan su vida

en las manos del Padre

todos los que se sienten abandonados

en un misterio incomprensible.

Desde el desconcierto lanzado

como queja de los que experimentaron

tu amor alguna vez,

pero se sienten abandonados ahora,

y sólo en la lucha contigo

esperan su salida,

desde todas las noches del espíritu,

llega hasta tus manos de Padre,

nuestro grito.

En ese grito tuyo último,

dolor de hombre y dolor de Dios,

inclinamos agotados la cabeza

y te entregamos el espíritu

cuando llegamos a nuestros límites,

donde se extinguen los esfuerzos

y los días

y donde empezamos

a resucitar contigo.

Benjamín González Buelta SJ