El día que me planteé ver películas en versión original lo hice por dos motivos fundamentales: me ayudarían a que mi oído se acostumbrase a los distintos acentos y descubriría aspectos de la personalidad del personaje que al doblarse habrían
pasado desapercibidos.
Al principio me costó. Tenía que estar atenta, sin ruido a mi alrededor, pendiente de gestos, movimientos, miradas y palabras de los personajes… Cosas que en una versión traducida y adaptada no sucederían.
Pero poco a poco fui respirando tranquila y descubriendo que las versiones originales son eso mismo: originales y únicas.
Llevo unas fechas viviendo una versión original diaria con un amigo al que estoy redescubriendo. Me voy acostumbrando a sus acentos y a aspectos de su personalidad que, en otro tiempo, pasaron desapercibidos.
Hace poco, en una de esas conversaciones de WhatsApp que, aunque en principio creemos que dicen poco, nos están dando grandes lecciones, me suelta: «Elige y lucha cada día por ser tu mejor versión para este mundo». Así, sin más.
Y es que él está cada día luchando por aportar a este mundo su mejor versión. Y cada día que pasa estoy más convencida de que esa es su versión original. Se está desnudando de adaptaciones y de traducciones y está volviendo a recuperar su acento, su identidad, su yo más puro. Y está dando cada día al mundo su mejor versión. Y también a mi mundo. ¿Por qué no? Y me está ayudando a desnudarme de adaptaciones y de traducciones, y estoy volviendo a recuperar mi acento, mi identidad, mi yo más puro. Y nuestra versión original me gusta. Me gusta mucho.
Raquel Criado Allés
@raquelraquela
Stella Maris