Por su origen: Himalaya. Por su composición : sal. Por su destino artístico: lámpara. Por su ubicación actual: centinela de Sagrario.
Alguien con talante artístico, miró aquel precioso trozo de sal pétrea. Horadó su interior, conectó electricidad… y el pedrusco empezó a irisar bellos fulgores rosa asalmonado.
Amarillea también en blancos diversos tenues. Y gamas grises.
Ambienta con mimo esas pequeñas y muy intimas capillas de Casas de Ejercicios, donde el Espíritu actúa y se comunica pródigamente a nada que nos dejemos.
En Manresa la ví por primera vez. Me encantó; y las Hermanas de Badalona nos la regalaron a la comunidad de Tolosa.
Un trocito de sal del Himalaya en nuestro pequeño oratorio. Donde la M. Cándida luchó con denuedo y sufrió tanto por el REINO.
Buceando un poquito… tiene resonancias evangélicas. Jesús decía realidades muy hondas con material muy casero… «si la sal se vuelve sosa… para qué sirve?…. no se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín…»
Pues eso; que ese pedrusco cuestiona mi vida. Sal que se disuelve…. Y sólo si no está, la echamos en falta. Y ser luz… que hace posible ver la realidad. Ella no es la realidad…pero…Un pedrusco mirado por un talante artístico… nos indica ahora la presencia eucarística de Jesús: «estaré con vosotros hasta el final…»
Sólo… dejarnos acompañar!
Y la sal y la luz tenue… asombradas!
Teresa Zugazabeitia FI