CONSEJO 3
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«¡Que no nos roben la Navidad!»

Viejos árboles de invierno,  desnudos, despojados ya de sus últimas amarillentas hojas, empiezan a rutilar en multicolores eléctricos. Hasta se realiza un gigantesco pino a base de luces y estrellas… renos que arrastran  trineos … y no sé qué ambiente nórdico de nieve envuelve ya el ambiente

Las ciudades y los barrios y las calles rivalizan en estallidos de luz y música y ornatos alusivos. Y cuelgan regalos postizos y botas, como si fueran cuernos mitológicos de abundancia. Se adelantan las rebajas. Toda una invitación al consumo que se dispara. Hasta las agencias de viajes hacen su agosto aprovechando fin de año: Nochevieja y Año Nuevo. 

Hay quien, con no sé qué intención, organiza las FIESTAS DE INVIERNO… o del solsticio invernal, que nos retrotraen a fiestas y orgías paganas… También tienen su protagonismo Papá Noel o Santa Claus, la Befana en Italia, el Olentzero, Babushka o Ded Moroz en Rusia… y otros mitos culturales… ¡que nos colman de dulces o regalos! ¡Todo es bueno para festejar y holgar y procurar convivencia, cariño y felicidad familiar! 

PERO… «¡QUE NO NOS ROBEN LA NAVIDAD!» 

Sí; es fecha convencional. No es como la fiesta de Pascua, de calendario lunar, pero real. La fe cristiana como que «bautizó» esa alegría del renacer del sol, para celebrar el Nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén de Judá. Simbólicamente supieron elegir bien: ¡Jesús, LUX MUNDI! Francisco de Asís,  popularizó el pesebre en Greccio, en la provincia de Latio. El Papa Francisco acaba de recordárnoslo animándonos a vivirlo con sencillez, para no perder la costumbre de «los nacimientos» tan arraigados en las familias cristianas. Evangelio  que congrega a grandes y pequeños. 

El pesebre, los pañales, fueron  señales para los pastores. Así encontraron al Niño, a María y José. Y se llenaron de alegría La estrella sin embargo, guió certeramente a quien venía de lejos, pero buscando. Y lo adoraron. Y tuvieron que volver por otro camino. 

¡PUER NATUS… HODIE! , ¡Celebra la Liturgia de NAVIDAD. HODIE! litúrgico, supera tiempo y espacio. 

Podemos ver y tocar el Niño sobre el pesebre, envuelto en pañales, como uno de tantos. Gran realidad del misterio de la ENCARNACIÓN, sin alcanzarlo. . 

«Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo». «El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, EMMANUEL, Dios con nosotros. JESHOUA, Dios salva.

Quedamos descolocados, asombrados admirados, atónitos, pasmados, abrumados, absortos… ¡sin resortes! . Mejor quedarse quieto. ¡Nos transciende tanto el misterio de Dios! 

Emocionados, estremecidos, sólo nos queda: ¡VENITE, ADOREMUS!  

Junto a María y José… ¡como los pastores! Guardando todas estas cosas en el corazón. 

Teresa Zugazabeitia FI