Carta nº 475 Sin fecha
“No tenga miedo, hija mía; ponga toda su confianza en Dios y en su Purísima Madre y nuestra, y adelante”
Seguimos en la “trilogía sin fecha”, en la penúltima carta que aparece en el segundo tomo de sus cartas. Sigue siendo como un resumen vital y sigue apareciendo la confianza en Dios.
Muchas veces he escuchado que no hay que tener miedo, incluso muchas veces le he dicho, y lo he expresado muy convencido de lo que decía, muy seguro de que era tan cierto como que estamos respirando. Pero hoy la M. Cándida aporta algo nuevo, hay algo en esta perla que rompe con el pesimismo de creer y confiar, son simples detalles, palabras que hablan del tipo de persona que era esta mujer. Son como si nos quisiera decir esto mismo hoy a todos nosotros, a toda su familia:
¿Qué miedo tiene el niño que va de la mano de su padre/madre? Incluso no tiene miedo cuando su padre/madre lo lanza hacia arriba y parece que vuela. Ese niño no tiene miedo porque confía en sus padres. Nosotros no podemos tener miedo porque tenemos un Padre en quien confiamos.
¿Qué le pasa a quien confía en Dios? Que vive feliz, así de sencillo. Que lucha, trabaja, ayuda, protesta, ríe, llora, acierta y se equivoca como cualquier otro, pero sabe que hay un Padre que le cuida, que le anima, que le invita. Y eso hace que viva de una forma determinada, hace que su vida sea intensa y feliz.
¿Qué ocurre cuando alguien confía en María, como Madre? Pue ocurre lo que les ocurrió a aquellos discípulos que acudieron a ella para saber más de Jesús, para saber más de su vida, para que les ayudara a entender mejor su vida a partir de ese encuentro tan intenso después de la resurrección. Algo así también ahora. Sabemos que tenemos una Madre que intercede por nosotros, que nos mira con esos ojos que miran las madres y que cuida con ese estilo con el que cuidan las madres. Cuando alguien confía en María siente que hay unas manos que ayudan.
Y siempre adelante. Siempre. Aprendiendo de lo vivido, pero sin anclas rancias que te impidan avanzar. Siempre adelante porque sabemos que cada mañana sale un nuevo sol, porque sabemos que ese sol guía nuestros pasos como estrella que marca el rumbo(como en la foto). Y sin miedo, porque “no tenemos que preparar nuestra defensa, ya que Dios, en quien confiamos, nos dará las palabras y la sabiduría a las que nadie podrá hacer frente”, como nos decía Lucas ayer. Y sin duda confiaremos porque “ni un cabello perecerá de nuestra cabeza, con nuestra perseverancia salvaremos nuestras almas” continuaba diciendo el evangelio de Lucas.
Seamos personas sin miedo porque confiamos en un Dios Padre que nos cuida y en una Madre que nos protege, y que esa confianza nos lleve a seguir siempre adelante.