¿Postureo ecológico?
6 noviembre, 2019
PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 475
18 noviembre, 2019

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 474

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Carta nº 474    Sin fecha 1912

“Tengamos confianza en Dios, … y tengamos paciencia; que se haga la voluntad de Dios en todo”

            Entramos en la “trilogía sin fecha”. Son esas tres últimas cartas que no tienen fecha pero que se suponen de 1912. Son especiales y contienen una fuerza y una claridad impresionantes. Son como el epílogo de una vida, de un encuentro que se acerca.

            Es momento de seguir dando gracias a Dios por haberme dejado llegar hasta aquí, por estar siempre, incluso cuando no me salían las palabras, por respetar mis rabietas y silencios, por perdonarme mis juicios, por ayudarme a no perder la confianza en Él y por enseñarme a tener paciencia durante este trayecto de mi vida.

            Tengamos confianza en Dios, aunque no lo veamos aparentemente, aunque parezca que no aparece, aunque creamos que no está. Pero sabemos que detrás de todas nuestras penas o alegrías, siempre está, como buen sol que quiere cuidar de sus criaturas, de sus hijos. Por eso elegí esta foto, y por eso he elegido estas tres últimas con un cuidado especial, con un toque de encuentro para que hablaran por sí mismas y me ayudaran a expresar lo que quiero compartir. Hay mucho detrás de estas fotos. Tanto del lugar donde se hicieron, como el significado de esos lugares. Nunca había visto un bosque de bambú hasta que llegué a Hayama. Su altura, su fuerza y su resistencia a los temblores de la tierra, me ayudan a entender cómo hay que crecer y cómo hay que ser, Siempre hacía arriba, hacia la luz, con un tamaño suficiente como para resistir los temblores que la vida te da de vez en cuando. A veces casi tumbados, pero nunca rotos, porque siempre hay otro, a tu lado, que te sostiene, te ayuda. Y, sobre todo, siempre hay un Dios Padre que está pendiente de tus avatares.

            Y tengamos paciencia, como el bambú que crece sin prisas, noche a noche, con la armonía del que camina cada día sin angustiarse por si tendría que haber hecho más camino o algo más durante el camino.

            Cuando has hecho todo lo posible, todo lo que está en tu mano, cuando has confiado, cuando has tenido paciencia, aún te queda una salida para entender muchos acontecimientos de la vida. Al final lo que pides es que se haga la voluntad de Dios, que se haga lo que Dios quiera, porque siempre será lo mejor para ti. La mejor imagen para entender todo esto es la de un niño pequeño agarrado a la mano de su padre o madre. Es pura confianza, se sabe en manos seguras. Y a la vez es todo paciencia para entender lo que pide, para comprender ese lenguaje que habla más por gestos que por palabras.

            Así nos dice la M. Cándida en esta carta y así nos pide: tengamos confianza, tengamos paciencia.

            Seamos personas que confían en Dios, que se dejan llevar de su mano. Porque Dios nunca nos suelta la mano, nunca se cansa de escucharnos. Seamos personas del Dios de vivos, del Dios de la resurrección, del Dios de la esperanza.