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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 449

Carta nº 449     Febrero 1912

 

“… entregada a sus Hermanas, con quienes se porta como si realmente fuese la última de todas; entregada a sus ocupaciones, que cumple o desempeña con alegría”

 

Cuando la Madre Cándida escribe esta carta se refiere a cómo las Hijas de Jesús deben comportarse con sus hermanas y con su superiora. Esta carta tiene un encanto especial porque, en el tomo II de las cartas y llegando a esta, es donde se puede ver la caligrafía de la Madre Cándida, es una carta autógrafa y la imagino escribiéndola en su mesa sencilla, con una determinación clara y con un cariño enorme. Así debe ser, así debemos portarnos con los demás, como si fuésemos los últimos de todos y haciendo lo que tenemos que hacer con esa alegría de la que tanto habla, con esa alegría que nace desde dentro y que provoca felicidad al obedecer y al entregar tu vida al servicio de los demás.

Ayer Juan nos recordaba que somos discípulos de un solo mandamiento, que es fácil entenderlo y muy difícil ponerlo en práctica, pero tan claro como que, a eso estamos llamados. No somos discípulos de muchos mandamientos. Uno solo: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. Y añade algo que también es muy claro, algo que muchas veces podemos equivocarnos al entender cuando intentamos responder a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la señal de los cristianos? Yo hubiese respondido sin dudar y rápido, que la señal de la cruz. Pero ayer escuché algo distinto o, por lo menos, complementario con la señal de la cruz: La señal por la que conocerán que sois mis discípulos será que os amáis unos a otros. Al volver a leer la perla de nuevo, descubro que la Madre Cándida conocía este sentido de amor y esta forma de amar, de ahí su preocupación en compartir con las hermanas aquello que ella consideraba fundamental, incluso llegando a los detalles más pequeños sobre cómo desmenuzar ese mandamiento general.

Es primordial que vivamos nuestro ser cristiano con la alegría del evangelio. Es una pasada que alguien, alguna vez, te pregunte de dónde sacas esa alegría, por qué vives así. Y es clave que sea porque han visto algo, porque tu vida es igual que la de los demás, pero tiene un puntito especial que él ha descubierto y que le cuestiona. Es esa señal que puedes dar sin buscar hacerlo, simplemente por coherencia con aquello en lo que crees.

Hoy también es un día especial por dos acontecimientos de mi vida. Hoy cumple mi nieto Mateo dos años y doy muchas gracias a Dios por su vida. Y hoy también, hace unos cuantos años ya, mi hermano tuvo un accidente que le llevó una semana después a recibir el abrazo de Dios, justo el día que celebrábamos aquel año el día de la Ascensión. Son esas coincidencias de Dios que hace que viva con especial emoción este día.

Seguimos en el mes de mayo y seguimos acompañando a María en este precioso mes. No dejemos de cantar, no dejemos de rezar y no dejemos de hacer aquellas tradiciones tan marianas de nuestro entorno. La semana pasada descubrí que hay niños que no recuerdan cómo rezar el Ave María, por eso dediqué un tiempo, junto con muchos de mis compañeros, a enseñar cómo se reza el Rosario, a enseñar qué significan las distintas formas y cuentas de un rosario, a explicar su origen y a distinguirlo de un colgante cualquiera. Creo que es necesario, y que se ha dado algo por sabido que no es así. Y que además si no lo hacemos nosotros, no lo hará nadie.

Seamos de aquellos que desempeñamos nuestro quehacer diario con la alegría que nos recuerda la Madre Cándida.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí completa la carta 449 de la Madre Cándida