PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 449
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La palabra precisa, la sonrisa perfecta

«Ojalá se te pase la mirada constante, 

la palabra precisa

la sonrisa perfecta…»

Y no por desearte el mal, sino porque a veces esa mirada, esa palabra, esa sonrisa, son la máscara tras la que se esconde el miedo o el desánimo. No es necesario encerrarse en la armadura, ni obligarse a estar bien en todo momento. A veces, solo hay que dejarse estar, darse tiempo y espacio, volverse a las dos dimensiones básicas. A veces, solo hay que abrazarse.

Ahora bien, ¿de qué sirve regodearse en el fango? ¿Qué tiene de positivo anclarse al fondo y tumbarse en el barrizal? ¿Por qué no desterrar la tristeza de tu vida? Pues porque forma parte de ti. Porque es bueno conocerse. Porque te ayuda a despegar. Porque ocultar tu estado no lo hace desaparecer, sino que puede ahondar en tu herida. Porque los que te quieren merecen saber que necesitas ayuda para abrazarte primero e impulsarte después.

Ahora bien, esto es un estado temporal. Si tu miedo te apuñala, aúlla de dolor y sácate el puñal. Si tu desánimo te atrapa, deshazte de él. Y si no puedes solo, grita. Que el eco no será quien te devuelva la respuesta. Que hay quien espera que hagas un gesto para sacar el botiquín: del abrazo, de la caricia e, incluso, del zarandeo en caso de necesidad.

Silvio hablaba de rabia descontrolada; yo te hablo de esperanza. Grita fuerte cuando la situación no se sostenga, porque no siempre se puede todo, pero de todo se sale. Grita fuerte porque, cuando «las paredes no retengan tu ruido de camino cansado» y los tuyos vengan a buscarte, entonces entenderás. Y si miras más allá, te vas a dar cuenta de que hay Otro – el propio Dios- que, a través de las personas te ofrece la única mirada constante, la única palabra precisa – la única Palabra, el Amor-, la única sonrisa perfecta. Y entonces tú mirada, tu palabra y tu sonrisa, serán reflejo fiel de Aquella.

 

Pablo M. Ibáñez

@Blitomi