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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 431

Carta nº 431     octubre 1911

 

“… seamos muy agradecidas a tanto beneficio como el Señor nos hace”

 

Esta sería la segunda parte de la perla de agradecimiento del lunes pasado. Dios hace y se hace presente en nuestras vidas, en lo que emprendemos, en lo que nos rodea. La Madre Cándida lo veía como los “beneficios” que Dios hacía. Pero ¿de dónde viene esta palabra?, ¿qué significa? Su origen es latino y habla de bien y de hacer, de hacer el bien; y se acompaña de un sufijo que habla de pertenencia y de relación. Hacer el bien. Eso es lo que Dios hace con sus hijos, el bien, lo mejor. Como un buen Padre y como todos los buenos padres, aunque, a veces no entendamos algunas cosas. Simplemente el niño no entiende cómo su padre o su madre le pueden poner una toalla mojada de agua casi fría en la frente para bajarle la fiebre, no lo entiende porque no le gusta, porque le da frío. Pero al paso del tiempo entenderá (y probablemente lo repetirá) que es lo que tenía que hacer o cómo le pueden quitar un poco de ropa si lo que tiene es frío.

Hoy especialmente quiero agradecer la oportunidad que Dios me ha dado de poder estar en Salamanca compartiendo estas primeras horas del lunes con un grupo de directivos que han decidido sacrificar esta semana para formarse. Quiero dar las gracias a Charo por contar conmigo en nombre de la Fundación Educativa Jesuitinas, que en estos momentos continúa la gran labor en los centros, que desarrollaba y desarrolla la Congregación de las Hijas de Jesús. Lo importante es el fin de aquel 2 de abril de 1869; lo que de verdad importa es descubrir que juntos somos capaces de mantener aquella aventura que se inició en Salamanca aquel 8 de diciembre de 1871 y lo que me alegra y agradezco es ver que hay continuidad, ilusión, experiencia y mucha pasión por seguir la misión que inició la Madre Cándida. Me encanta ver a una familia unida alrededor de un carisma y cada uno desde su vocación: una misión, mismo barco.

Hay una cualidad vital en la vida: la humildad. Y ayer en el evangelio de Lucas descubrimos a un Juan, que, desde su posición, reconoce a Jesús y con esa claridad y valentía que le caracterizaba, afirma que no merece atarle la correa de sus sandalias. Ese es el Juan agradecido a Dios, ese es el Juan que se reconoce como es y que reconoce al verdadero Dios, ese es el Juan que disipa las dudas sobre su liderazgo, sobre si era él el Mesías. Y aparece la figura del Espíritu Santo que nunca abandona los grandes momentos de Jesús. Y, de forma especial, se hace presente el Padre afirmando que Jesús es su Hijo amado. La Trinidad de nuevo. El misterio de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Es una buena ocasión para agradecer a Pilar Linde su trabajo sobre “La devoción de Cándida María de Jesús a la Santísima Trinidad”. Y “siguiendo el hilo” recogemos el ofrecimiento de “invocación, alabanza y contemplación que Pilar propone y acogemos esta trayectoria como impronta y horizonte en la vida”. “Porque ser Hija de Jesús, ser laico en la Familia de la Madre Cándida, es vivir la relación con Dios de un modo peculiar que caracteriza todas las dimensiones de una existencia entregada a la búsqueda de la gloria divina en el servicio a los demás; es dar respuesta a un carisma concedido a la Madre y en ella a todas las que, a través de la historia, continuamos la vida de la Congregación en la Iglesia”.

Seamos agradecidos a Dios, seamos agradecidos por cada día. Descubramos los beneficios que nos hace continuamente y aprendamos.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí completa la carta 431 de la Madre Cándida