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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 409

Carta nº 409      Abril 1911

“Demos gracias a Dios por tanto como nos favorece y seámosle muy agradecidas”

Siempre es un buen día para dar gracias. Hoy es especialmente bueno porque es un buen día para dar gracias a Dios por las “Carmenes” que forman parte de nuestras vidas. Hoy, cuando celebramos la fiesta de la Virgen del Carmen, es un buen día para agradecer a mi madre Carmen, a mi hermana Mari Carmen todo lo que significan en la vida de la familia. La Madre Cándida sigue su ser agradecida y a ella encomiendo aquellas Hijas de Jesús que se llaman Carmen con las que compartí una etapa de mi vida. Tuve la suerte de cruzarme con una Carmen especial, grande como ella sola, con la que compartí alegrías y tristezas y con la que comparto aún algunos ratos veraniegos. Y conforme van naciendo las líneas de este párrafo voy tomando conciencia de lo importante que es la Virgen del Carmen a lo largo de toda mi vida. Es como si esta advocación me hubiese estado protegiendo, ayudando y acompañando siempre.

Por todo lo anterior, es un día para dar gracias y ser agradecido, porque Dios siempre nos favorece, porque siempre cuida de sus hijos como buen Padre.

Ayer Marcos nos contaba cómo enviaba Jesús a los discípulos y el encargo que les dio. Así debe ser, ligeros de equipaje, pero llenos de Dios. Recuerdo los zapatos desgastados de la Madre Cándida en Salamanca, en ese bendito torreón, y pienso en lo que entendería ella al escuchar este párrafo. Imagino muchas cosas de su pensamiento, pero, sobre todo, la imagino siendo fiel a su libre decisión y siendo coherente y testigo con lo que pedía a las que querían acompañar el viaje de la vocación religiosa desde el carisma de las Hijas de Jesús. Que los zapatos se queden desgastados por anunciar el evangelio, que la prontitud sea razón de desgastar esos zapatos y que el agradecimiento sea parte importante de ese camino.

Hagamos camino desde la confianza y la fidelidad, porque la justicia viene de arriba y la misericordia siempre se encuentra con la fidelidad, pero sobre todo hagamos camino de paz, seamos anuncio de paz.

Y, ante los que pretenden quitar derechos, seamos fieles a nuestro ser cristiano y expresemos todo con respeto y rotundidad. Pero, sobre todo, hagamos esto confiando que, por encima de todos los que pretenden ir en contra de la libertad, está Dios, está ese Padre que nunca nos abandona, aunque lo pueda parecer. A veces, como buen Padre, nos deja que descubramos por nosotros mismos lo que Él no para de decirnos.

Que la Virgen del Carmen guíe nuestro camino como guía el de los marineros y sea esa luz donde acudimos cuando el cielo se oscurece. Y sobre todo confiemos en Dios, porque, como dice Carlos Diaz:

“Mucho depende la forma de mirar, que también dividió a los pioneros astronautas rusos y americanos en su primera salida al espacio. Mientras los primeros voceaban con Gagarin: ”vamos, Dios, sal si estás ahí en ese espacio cósmico”, los segundos abrieron el libro del Génesis y, extasiados por la contemplación, leyeron: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era algo caótico y vacío y tinieblas cubrían la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas”. Moraleja: quien confía ensancha la realidad; quien desconfía, la estrecha.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta nº409 de la Madre Cándida