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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 406

Carta nº 406      Marzo 1911

“… enseñándoles a ser muy devotos de la Purísima, nuestra Madre querida”

Esta carta me sorprendió. No entiendo lo que ocurrió, pero empezaron a brotar perlas como en pocas cartas me había ocurrido. No es excesivamente larga, no está escrita en una fecha especialmente destacada para la Madre Cándida o para la Congregación, no va dirigida a una persona superespecial para la Madre Cándida, aunque tengo que decir que después de leer tantas cartas creo que las escribía con la misma ilusión fuese quien fuese el destinatario; y a pesar de todo lo anterior, algo sucedió. De todo lo comentado, es la única carta de la que destacaré tres perlas, hoy y en los dos lunes sucesivos, si Dios quiere. Esta carta no tiene nada de extraordinario, pero es especial. El corazón de la Madre Cándida se abrió con una luz especial aquel 13 de marzo de 1911 en respuesta a una carta recibida de Sofía Domenech.

¿Qué es ser muy devoto? ¿Qué es ser muy devoto de la Purísima? ¿Qué es ser muy devoto del Sagrado Corazón de Jesús? Planteo estas preguntas sin saber la respuesta, pero al plantearlas me viene a la mente los grandes conciertos de música y las interminables colas de jóvenes que durante varios días pasan frío y sueño para ocupar un lugar preferente cerca de su artista preferido. Me viene a la mente las imágenes de alegría y casi éxtasis de algunos jóvenes al estar cerca, muy cerca de su cantante. Me viene a la cabeza las veces que he visto a algún joven cantar todas las canciones de su artista admirado y querido, sin equivocarse en ninguna letra de ellas. Me viene la cabeza cuando escucho los miles de kilómetros que se hacen para escuchar a ese artista. Y es ahí donde encuentro parte importante de la respuesta a las preguntas planteadas.

Ser muy devoto de la Virgen es quererla de una forma especial, es saber todo o casi todo de ella, para que ese saber me ayude en mi ser y me haga hacer todo con esa referencia. Ser muy devoto de la Virgen, como lo era la Madre Cándida, es mirar con los ojos y el corazón a María como ayuda en los momentos difíciles, como intermediaria en los momentos de conflicto y como Madre, siempre.

Y, por esas coincidencias de la vida, llega esta perla en fechas muy próximas a la festividad del Sagrado Corazón, y la Madre Cándida recordaba el fin de educar, que no es otro que formar corazones para Dios. Hace poco leía a un ponente que hablaba de innovación y comentaba que hay que tener menos tecnología y más corazón en las aulas y hablaba de Ternura, Interés y Cariño (las otras TIC). Y no quiero olvidar a mi amiga Mar Romera cuando habla del modelo pedagógico las 3Cs: capacidades, competencias y corazón. ¿Será, Madre Cándida, que el corazón se pone de moda? O quizá que, cuando una persona pone y habla desde el corazón, transforma paisajes y corazones.

Seamos devotos sin complejos, seamos fan de quien merece la pena, sin desprestigiar a nadie. Seamos de los que enseñan a ser devotos de la Purísima y a hacerlo con el corazón. Sin miedo. Como los buenos maestros, que no siempre fueron y son, los más inteligentes o los más preparados técnicamente, pero que fueron y son, los que más corazón ponen cada día para formar personas.

De la Eucaristía de ayer me quedo con el salmo; es de esos salmos que aprendía a cantar de pequeño y que son profundos de verdad. Son de esos salmos de misericordia que ayudan a entender momentos de la vida.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta 406 de la Madre Cándida