Cerca de final de curso, y como tantos otros finales ya olvidados, parece que los problemas aumentan de tamaño, parece que los acontecimientos se cargan más de nervios y surgen problemas donde en otras fechas no habría tanto problema, parece que todo viene de golpe y es cuando entran algunos agobios. Gracias Madre Cándida una vez más por poner la palabra exacta en estos momentos.
Se nos olvida que tenemos que hacer todo lo posible por resolver los asuntos que dependen de nosotros. Por supuesto. Pero se me olvida que quien lo puede todo es quien lo resuelve todo mejor que yo, aunque sea a través de un torpe testigo. Así lo quiso Dios y así lo entiendo. Dios siempre está ahí, cuando me acuerdo de Él y también cuando me olvido de Él, cuando los problemas los resuelvo y cuando me llegan resueltos sin saber por qué, sin saber por qué alguien me aporta una luz. Perdón, sin saber por qué es erróneo. Sé por qué y por quién. Sé que Dios siempre lo remedia todo, por pequeño o grande que sea el asunto. Por todo ello me faltan palabras y días para bendecir a Dios por todo, aunque unas veces lo bendiga con una sonrisa y otras con lágrimas.
Vivir con la certeza de que Dios te cuida es vivir, es tener motivos para sonreír cada mañana, es tener razones para seguir caminado cada día, porque con esa certeza se vive mejor. Imagino a la Madre Cándida en alguno de esos días malos, y la imagino buscando motivos y razones para seguir, y la imagino encontrando en nada de tiempo esas respuestas. Ahí es donde tengo que seguir y aprender. El tiempo en encontrar respuestas de ese tipo, debe ser el mínimo, porque tengo la certeza de que vivir con Dios es vivir mejor.
Y cuando eres consciente que Dios te cuida, no importan otras cosas, ni siquiera que se cambie de Gobierno, si siquiera que un entrenador con éxito deje el cargo. No es sano agobiarse por aquello que no podemos cambiar, lo importante es actuar cuando podemos cambiar algo, lo realmente importante es ser personas de criterio, no solo para la política o el fútbol, sino para la fe. Entiendo las preocupaciones normales, pero también entiendo que debemos mirar al cielo y saber de quién nos hemos fiado. Y entiendo que la historia está para recordarla. Y entiendo que por encima de la historia está la mano de Dios que nunca nos deja. Y a partir de ahí a vivir, a responder a lo que de verdad sí podemos cambiar.
Junio viene apasionante… como tantos junios. Vivamos con pasión cada día que tengamos la oportunidad de iniciar una nueva aventura. Porque vivir, sin duda, es una aventura. Pero tenemos la suerte de contar con ayuda. El Corpus es la mejor, pues es su cuerpo, es Él mismo el que quiso estar con nosotros, es su presencia, como nos contaba Marcos ayer. Jesús bendijo el pan, lo partió y lo compartió. Seamos personas que bendicen y comparten.
Antonio Grau
Murcia