En este tiempo de Pascua, ayuda leer los acontecimientos ocurridos después de la resurrección de Jesús. Ayuda el ver qué ocurrió a partir de ese hecho e impresiona los momentos vividos por aquel grupo de hombres y mujeres que le vieron. Ayer Juan nos contaba el relato de Tomás, pero sobre todo nos contaba el recorrido desde el miedo inicial hasta descubrir que creer es tener vida. Hacer las cosas por amor a Dios, como dice la Madre Cándida, es vivir la experiencia del resucitado y vivir en tiempo pascual. Pero eso no es fácil, como tampoco lo fue para aquel grupo. A veces necesitamos pruebas palpables, a veces necesitamos tocar, e incluso así, algunas veces, dudamos. Pero sabemos que eso no es lo importante, lo realmente importante es lo que hacemos a partir de ahí, y esa fue la diferencian entre Judas y Pedro.
Cuando descubres que las cosas hay que hacerlas todos los días y que para ello tenemos varios caminos para elegir, es cuando empiezas a entender algo de este camino que es la vida. Todos los días se nos abre una nueva oportunidad, todos los días podemos elegir cómo hacer las cosas o, mejor dicho, por quien hacer las cosas. Y así, poco a poco, es como vas configurando una forma de ser y de hacer. Aquí es donde entra la vida de las personas como la Madre Cándida. Yo creo que siempre tuvo la intención de hacer las cosas por amor a Dios, pero creo también que no siempre lo consiguió. Y eso es lo grande, eso es lo que distingue a unas personas de otras. La constancia en querer hacerlas bien y la seguridad de por quién o por qué hay que hacerlas de esa forma, es lo que marca la vida.
Hacer las cosas por amor a Dios es poner a la persona en tu punto de mira constante como primer enfoque, porque ahí es donde se nota que Dios está. Es encontrar el sentido para dar el siguiente paso y sentirte alegre, valiente y confiado. Hacer las cosas por amor a Dios es dar respuesta a quien pueda preguntar ¿por qué haces esto? ¿por qué haces esto así? Porque hay muchas respuestas a esas preguntas, pero ninguna llega a la altura de la propuesta por la Madre Cándida.
Hacer las cosas por amor a Dios es encontrar el secreto de ser feliz y como dice Carlos Díaz: “La felicidad no es sólo un lugar a donde vamos, sino también el modo de ir; el camino, el caminante y la meta están vinculados”.
Hoy se nos presenta una nueva oportunidad de hacer las cosas por amor a Dios, con la certeza de que esas cosas, son vistas con amor de Dios. Hagámoslas. No tengamos miedo y si dudamos, cosa natural, pensemos en lo que hicieron aquellos discípulos y en lo que hicieron y hacen aquellos a los que llamamos santos. Su ejemplo ayuda a traducir lo que está en otro lenguaje: el del amor, el del amor a Dios.
Antonio Grau
Murcia