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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 396

Carta nº 396      octubre 1910

“Recibí su carta, y su lectura nos hizo llorar…. Pero este llorar es de alegría”

Tenía que ser lunes 2 de abril. Tenían que aparecer de nuevo las casualidades de Dios. Tenía que ser así y hoy como lo fue en aquel rincón de la Iglesia de Valladolid, ante aquel altar.

Hoy, sin duda, es un día especial, un día donde las imágenes de esta perla se agolpan para salir todas juntas y, si pudiera, las pondría todas a la vez: El Rosarillo, las Pascua de Resurrección, dos libros de las perlas que acaban de ver la luz hace poco.

La primera imagen hace referencia a la historia de aquel 2 de abril de 1869 (Viernes Santo), hace 149 años. Bendito momento, bendito sueño y bendita valentía para poner en marcha lo que allí sintió aquella mujer. Se acumularían infinidad de sentimientos y pensamientos, pero por encima de todos ellos se impuso la confianza en saber que quien le dio la idea, le daría las fuerzas. Vaya reto y vaya desafío a las herramientas con las que se partía.

La segunda imagen es Jesús resucitado. Es descubrir que la luz se impone a la oscuridad, que la fuerza de la vida se abre paso, que el sepulcro está vacío, que no somos testigos de un muerto, sino de un Dios que resucitó y vive entre nosotros.

La tercera imagen sería la portada de esos dos libros que la Congregación ha tenido a bien publicar sobre las perlas que desde aquel lejano noviembre de 2008 he ido escribiendo. Me siento agradecido, emocionado y feliz cuando veo los libros. Sólo pido que sirvan para que quien decida acercarse a ellos pueda descubrir a una mujer normal con una vida excepcional, a una santa a la que merece la pena acercarse para conocerla un poco más y descubrir que su vida puede ayudar a la nuestra, que su hacer puede ayudar al nuestro y que poco a poco podemos crecer y ser mejores personas cuando nos fijamos en lo que hizo y en cómo lo hizo. Ojalá quien se acerque pueda ver en sus cartas a la gran mujer que fue y pueda descubrir los puntales que sujetaron su vida, puntales que sirven tanto para hoy como le sirvieron a ella en aquellos días.

Hoy es un día especial donde la palabra alegría debe notarse en nuestras caras, donde la sonrisa no puede dejar de expresar lo que llevamos por dentro. Querida Madre Cándida yo también he llorado de alegría muchas veces, la emoción ha provocado las lágrimas cuando he visto algo sencillo que me ha llegado al corazón, cuando he abierto una caja y he visto que lo importante estaba debajo de lo que el regalo presentaba, por eso agradezco las palabras escritas, la nota que acompaña cualquier obsequio, porque detrás del regalo está lo importante, esos minutos o segundos donde alguien se ha parado a pensar en ti. Por eso intento que así sea, aunque no siempre lo consigo. Pero lo intento y lo seguiré intentando, procurando que haya algo de mí cuando regale algo. Querida Madre Cándida os imagino emocionadas y con lágrimas en los ojos con esa lectura y seguro que brotarían palabras de agradecimiento. ¡Qué bueno y bien sienta llorar de alegría!

Hoy es un día especial para acercarse al Rosarillo, para descubrir en ese retablo de la Sagrada Familia la sencillez con la que debe ser nuestra vida y para descubrir la importancia de la familia, la de sangre y la que no es de sangre. Por eso desde aquí quiero mandar un gran abrazo a toda la Familia Madre Cándida, a todos los que compartimos aquel proyecto que nació en aquel rincón de la Iglesia de Valladolid.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta 396