Acompañar a los ancianos consagrados: el amor no se jubila (Vida Nueva)
2 marzo, 2018
Propuestas de experiencias de verano para jóvenes
9 marzo, 2018

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 392

Carta nº 392     Octubre 1910

“…entreguémonos totalmente en las manos de Dios, que es nuestro Padre”

Si la confianza en Dios es un pilar fundamental en la vida de la Madre Cándida, no lo es menos el sentirse en las manos de Dios Padre; este es otro pilar importante. Y si los unimos los dos, nos encontramos con un pilar fundido que soporta cualquier peso que la vida nos pueda presentar: confío en mi Padre, confío en ese Padre bueno que nunca abandona a sus hijos. Y, sinceramente, vivir así no tiene precio, no hay primitiva o sorteo cualquiera que pueda superar este premio.

Pero me brota una reflexión sobre esta perla, una reflexión convertida en pregunta y a la que la Madre Cándida le dio sobrada respuesta. La cuestión es: ¿en manos de quien nos entregamos? ¿en manos de quien pongo mi vida? No quisiera caer en los tópicos de entregarnos en manos del dinero, del poder, del sexo, del juego, del deporte excesivo, del trabajo… es algo más sencillo, más del día a día de mi vida. Hoy puede ser un buen momento para parar y pensar (eso que no les gusta a muchos, eso que les pone los pelos de punta a quienes pretenden manejar nuestras vidas). Parar y pensar en qué o quién maneja nuestra vida, en qué manos entregamos nuestro día. Dicho de otra forma: ¿cuál es el eje que mueve mi vida?

¿Y si lo miramos desde otra perspectiva? Propongo que pensemos (otra vez pensar y parar) qué hace Dios cuando nos ponemos en sus manos y qué hacen los otros cuando nos ponemos en sus manos. Veo, como respuesta, una gran diferencia inicial: Dios nos cuida y nos hace volar, nos deja la libertad como herramienta para crecer, y los otros intentan (y muchas veces lo logran) que estemos a su servicio como esclavos, que nuestro pensar sea el suyo y si no respondemos a sus intereses estorbamos y molestamos. Y me quedo con Dios, me quedo con Dios porque me hace sentir seguro, porque no pretende restar de lo que soy sino sumar sobre lo que soy y puedo llegar a ser. Y, además, estar en las manos de Dios, provoca esa sonrisa, esa alegría que sólo Él es capaz de conseguir; ¿conocéis alguna? Si la respuesta es sí, sois afortunados. Pero si la respuesta es no, queda mucho por andar, por descubrir.

Hoy puede ser un buen día para convertirnos en respuesta, para sonreír desde el convencimiento que estamos en buenas manos, en las de Dios y que esto provoca mucho bien en mi vida y debe procurar todo el bien que pueda en la vida de los que nos rodean. Hoy es un buen día para recordar que  «…muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía».

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta 392 completa