Han dedicado su vida a encarnar su vocación más íntima, fieles a una llamada que les ha pedido renunciar prácticamente a todo. Ya sea al frente de una parroquia, en la misión por la que hace décadas dejaron atrás su hogar y su patria, o en el día a día de un convento, compartiendo todo en silencio. Ahora, cuando el avance del reloj les adentra en lo que en el estado civil conocemos como “jubilación”, la mayor parte de ellos seguirá queriendo encarnar lo esencial de su llamada hasta el momento de su muerte.
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