Carta nº 356 septiembre 1908
“Damos infinitas gracias al Señor”
Hay mil razones en la vida para dar gracias a Dios. Hay infinitos motivos para seguir dando gracias a Dios. Pero hoy hay una razón importante para dar gracias a Dios y esa es: ¡ha resucitado! ¡¡Vive!!
Hoy es ese lunes especial donde hemos felicitado en numerosas ocasiones las Pascuas a nuestros amigos, hemos tenido una razón nueva para acordarnos de ellos y desearles una esperanza que o tiene fin. Por eso damos gracias, por eso y porque somos testigos del Señor que vive entre nosotros. Por eso, desde el sábado por la noche, desde la Vigilia iniciamos una nueva aventura pascual hasta el año que viene.
Y ahora que, qué hacemos con esta Pascua, ¿para qué nos sirve?, además de darnos un empujón nuevo ¿para qué as nos sirve? Creo que es la razón para seguir vivos, a pesar de todo. Creo que la cruz es el motivo para superar las enfermedades y dificultades que la vida nos propone. Lo importante es no quedarse en la cruz, sino a través de ella llegar a la esperanza infinita, a las gracias infinitas.
El camino es el camino, la meta es la meta. Ahora nos toca vivir el camino. Hace unos días acabé un libro del que quiero compartir una expresión que me lleva a este momento de agradecimiento y esperanza:
“La sensación de tocar lo que la fe ha sostenido”
Tras los días de Semana Santa la fe nos ha sostenido hasta “tocar” la resurrección. Pero si sólo nos hemos quedado en la Semana Santa, nos ha faltado lo principal, el sentido de lo que la fe va sosteniendo, ¿qué sostiene? ¿para qué sostiene? ¿sólo un trono que pesa más o menos? Durante el camino de la vida podemos ir sosteniendo la propia vida, pero para vivir algo más, algo que supera estas dimensiones temporales, algo más importante. Cada cual que le dé el nombre que vea conveniente. El cielo es la respuesta a lo que la fe sostiene.
Somos personas de esperanza y de confianza en quien ha superado las barreras de la muerte, somos personas cuya expresión alegre habla de quien nos hemos fiado, somos personas agradecidas al Señor. Algo de nuestra vida debe renovarse. No consistamos llegar a la próxima Pascua como arrastrados, como todo tan rutinario que sea difícil tocar lo que la fe va sosteniendo.
Seamos luz, seamos testigos del que fue principio y fin, seamos personas que dan gracias a Dios por el don recibido de la fe.