Carta nº 460 Junio 1912
“Poco a poco y con paciencia, se consigue mucho, porque Dios bendice nuestros buenos deseos. Tenga mucho ánimo, que Dios nuestro Señor le dará su gracia”
Poco a poco y con paciencia nos hemos encontrado con agosto y aparecen nuevos días para seguir planificando nuestras vacaciones, nuestro tiempo, nuestras nuevas actividades. Poco a poco y con paciencia se consigue mucho. Y, tal como dice la M. Cándida, la razón está en que Dios bendice nuestros buenos deseos. Dios siempre acompaña nuestros buenos deseos. Dios siempre nos acompaña. Pero a la vez nos pide que los deseos sean buenos, que sean deseos, o sueños, como se dice ahora, que tengan en cuenta el evangelio, porque el evangelio tiene en cuenta al hermano. Esa es la clave de los buenos deseos, Mirar arriba y mirar alrededor. Eso es lo que decimos cuando hacemos la señal de la cruz. Y eso es lo que nuestra vida tiene que reflejar.
Poco a poco hemos ido dando pasos hasta que, en unos días, llegará el viernes 9 de agosto, fiesta especial para la familia Madre Cándida. Iniciamos hace unos días, bien guiados y bien acompañados, la novena y estamos en la mitad de ella. Animo a seguirla todos los días por redes sociales. Animo a descubrir el alma sencilla de la M. Cándida. Animo a descubrir a esa mujer guiada por Dios, llevada de la mano por Dios, a través del P. Herranz.
Poco a poco y con paciencia tenemos que llenar nuestra vida de buenos deseos, sabedores que Dios los bendice. Y a la vez tenemos que llenar nuestra vida de mucho ánimo, muy recomendado por la M. Cándida. Hoy diríamos actitud positiva. Pues eso, mucho ánimo para afrontar cada etapa de nuestra vida. Y si en alguna etapa las cosas se complican y el ánimo decae, tengamos la certeza de que Dios nos dará su gracia para seguir andando. Y con la gracia de Dios recuperaremos el ánimo, recuperaremos la sonrisa y la alegría, porque nos hemos fiado de Él, cuando parecía que la vida ya nunca sería igual. Claro que no será igual. Después de esa experiencia, la vida se ve con los ojos de la confianza en Dios y desde ahí crecemos y vivimos de otra forma, pero desde el mismo fondo: Dios.
Poco a poco descubrimos a qué debemos dedicar nuestra vida. Y esto está muy claro en el evangelio de ayer. Pero que muy claro. Lucas nos propone una parábola de Jesús que no deja lugar a la duda. Nos habla de vivir y de evitar la codicia. Y algunas veces se nos olvida vivir. No sabemos el día ni la hora, pero sí sabemos lo que depende de nosotros: vivir hoy, hacer el bien, hoy, trabajar hoy, pero sin la obsesión de atesorar. Y contra el atesorar existe el compartir. Y si encima descubres que eres más feliz cuando compartes, pues miel sobre hojuelas. No se trata de ser holgazanes y ociosos. No. Se trata de vivir sabiendo que:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?.
Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios”
Poco a poco y con paciencia llegaremos, si Dios quiere, al viernes 9 de agosto y entenderemos que todo lo que hacemos, todo lo que celebramos en un entrenamiento para el partido que todos los días Dios nos concede cuando nos despertamos. Y es ahí donde todo lo entrenado tiene que notarse. Mi agradecimiento a todos los que han compartido su vida con sus palabras de cada día. Gracias.