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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA 411

Carta nº 411     Abril 1911

“A la pregunta que me hace en la suya respecto a pasar el charco, le digo que sí que estoy animada, y, si en mí estuviera, el día 7 del mes que viene me embarcaba”

Muchas veces tenemos que pasar el charco y no sólo el charco del océano, sino otros charcos que la vida va presentando. Muchas de esas veces, la actitud es la que determina el resultado y la forma de hacerlo, y una vez más aprendo de la Madre Cándida que lo importante es el ánimo para afrontar las dificultades, los nuevos horizontes, los cambios. Ella se sentía animada a embarcarse, aunque sabía que era muy complicado o imposible, pero traslada esa actitud a las hermanas, a todas, pero en especial a las que iban a partir hacia Brasil.

Muchas veces sólo se trata de poner en las manos de Dios lo que tenemos, los peces que tenemos y los panes que tenemos. Lo demás es de Dios. Y Él siempre transforma nuestras ofrendas y nuestros sueños.

Y cuando los charcos de la vida parecen enormes, como el lago de Galilea, igual tenemos que aprender de la escena que Juan contaba ayer. Igual tenemos que sentarnos a escuchar y empezar a funcionar con lo que ofrecemos. Dejemos los aplausos para Dios, que ya sabemos lo que Él piensa de ellos. Por nuestra parte nos queda la actitud de embarcarnos a las aventuras que la vida va poniendo, sin miedo, sin miedos, con confianza en quien ha puesto la opción. Porque jugamos con la certeza de que cuando Dios pide, Dios ayuda.

Imagino a la Madre Cándida ese mes de abril pensando en la aventura que suponía el reto de ir a América. Cuidando los detalles importantes, como el del lunes pasado, pero sobre todo pensando en las personas, en esos rostros en los que pondría toda su confianza y preocupación. Y en estos momentos pienso en todos los voluntarios que hay por todo el mundo, en todos. A algunos le pongo rostro y a muchos otros no. Pero lo que importa es que hoy, en el siglo XXI, hay jóvenes dedicando un tiempo de su vida, de sus vacaciones, ayudando a otros a tener una vida mejor o simplemente a compartir juntos una forma de entender la vida. Esas personas tienen un valor especial y a ellas les dedico estas letras, letras cargadas de agradecimiento a su decisión voluntaria, y les reconozco ese ánimo que la Madre Cándida tenía. Estoy convencido que en muchos de ellos se producirá algo nuevo, algo diferente, pero seguro que les hace más felices. Gracias.

Llega el mes de agosto y hago un descanso en las Perlas. Nos vemos, si Dios quiere, el día 3 de septiembre, como siempre, a las 9:00 h.

No perdamos nunca el ánimo, ese que impulsa a realizar acciones buenas, aunque, a veces, parezca un poco de locura. Buen ánimo.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta 411 de la Madre Cándida