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A tu lado
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MARÍA DE NAZARET XIV

Han pasado ya aquellos días cruentos de Gólgota y sepulcro.

También aquel amanecer feliz, abrazada a su Hijo Resucitado.

Su Hijo VIVE.
Y se deja ver; para confirmar la fe vacilante de sus discípulos… Y van prodigándose sus testigos, hasta que Jesús retorne glorificado al Padre.

La vida cotidiana vuelve; pero transida de una honda experiencia de VIDA NUEVA.
La plenitud de las profecías se densifica: «ÉSTE ES EL DÍA QUE HIZO EL SEÑOR, SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO».

Es la hora de la NUEVA ALIANZA.
Y el Dios de Abraham y de Jacob y de nuestros padres en la fe, ha cumplido la promesa.

El Reino de Dios rebrota.
Y se extenderá allende los márgenes del pueblo de Israel.

Y María no ha vuelto a Nazaret.
Se ha quedado en Jerusalén.

Es que Jesús, en la cruz, le ha dejado un encargo: «Ahí tienes a tu hijo»

María guarda muchas cosas en su interior.
Sabe dialogar íntimamente con su Dios.
Ante la densidad del misterio ha guardado tantas vivencias en su corazón… En fe y confianza en su Dios.

En Caná, ha adelantado «su hora».
Y los discípulos han creído en él.
Ha vivido y acompañado la misión de Jesús.
Ha estado al pie de la cruz…
Ha sentido el abrazo del RESUCITADO.

Ya no pregunta «como ha de ser esto». Ya ha experimentado el «brazo fuerte de Dios que hace proezas».
Ella es la sierva del Señor.
Muy disponible a su querer.
Su espíritu es feliz proclamando la grandeza de su Dios.

María no ha vuelto a Nazaret. Permanece en Jerusalén, arropando la fe de los discípulos.
Los congrega en oración, esperando la gran promesa de Jesús: el ESPÍRITU, que nos recordará todas las cosas, que nos conducirá hasta la verdad, fidelidad completa.

Es Ella la que los mantiene en fe esperanzada en la llegada del Espíritu que su Hijo prometiera y con el Padre nos lo envían.

María, otra vez, será madre.
Madre de la Iglesia que nace en ese rincón de Jerusalén, donde los que han creído en Jesús, en oración, permanecen con María.

El ESPÍRITU volverá a cubrirla con su sombra.
Su Fiat, otra vez, ha prevalecido, al pie de la Cruz.
Y será: Madre del «PLÉROMA» de Cristo, del CUERPO MÍSTICO de CRISTO , de la IGLESIA .

SANTA MARÍA:
THETOKOS,
MADRE DE JESÚS,
MADRE NUESTRA,
MADRE DE LA IGLESIA,

¡BENDITA ERES ENTRE LAS MUJERES!
¡BENDITO, FRUTO de tu vientre: JESÚS!

¡ALLELUIA, AMÉN, ALLELUIA, AMÉN!

Teresa Zugazabeitia FI