53. Al fin de este examen será la distribución de premios, que repartirán la Superiora y la Maestra Primera, con todo el aparato posible y compatible con la sencillez y pobreza de las niñas. Al distribuir los premios,
[la Superiora y la Maestra Primera]
se presentarán con toda la humildad y cristiana caridad, y si hay pensionado o internas, asistirán y ayudarán al acto de esta distribución [las que lo hayan merecido] por su buena conducta.
Hoy saco las cuatro palabras que se destacan en este consejo, como el reflejo de lo que la M. Cándida quería para los colegios y para las personas con estos consejos:
Pocas palabras más que añadir a este camino de vida. Y desde luego encajan perfectamente en la vida de la M. Cándida. Ella fue una mujer sencilla, una persona sencilla que nunca quiso sobresalir por encima de otra por ser la fundadora o General de la Congregación. Aún recuerdo el impacto que me supuso ver los zapatos que hay de la M. Cándida en el torreón, en Salamanca. Así fue su vida, esas son sus palabras, ese es su armario. Zapatos desgastados y deformados. Así entendió la pobreza.
La humildad va muy unida a la sencillez. Humilde hasta límites insospechados. Dejar hacer a los demás, desde ese segundo plano, desde donde no necesitas sobresalir por encima de nadie, a no ser que sea imposible callar o aclarar. Y la caridad que va siempre unida a todas las demás. Estar pendiente de los demás, no solo por la pobreza de alimentos o ropa, sino por la pobreza de la soledad, de la incomprensión.
Ayer escuchamos la escena de Jesús con el leproso. Y Dios se acerca, se deja acercar, acepta saltarse las normas para curar a una persona. Es de esa clase de personas que cautivan por tener el equilibrio entre lo que hay que hacer y lo que dicen que hay que hacer. Equilibrio difícil. Pero sabemos que, en caso de dudas, Él es nuestro refugio, Él es nuestro abrazo de reconciliación, Él es el que solo busca corazones sinceros. Nosotros solo tenemos que acercarnos y buscarle, y hablar como habló el leproso. Pero tenemos que hacerlo.
Hoy hay muchas lepras y Jesús sigue estando ahí, sigue estando dispuesto, sigue estando preparado para ayudarnos. ¿Quieres?
Es el momento de no cansarse de sembrar, de superar las dificultades de la siembra, del cansancio, de la incomprensión. No estamos para otra cosa. Ánimo a quien tiene la responsabilidad de animar la siembra. Porque la paga es de Dios, porque los frutos son de Dios, porque nuestro hacer es el de Dios. Es un orgullo conocer a personas ilusionadas por hablar de Dios, por hablar de un carisma recibido, por hablar desde la pasión. Es un orgullo de familia conocer a personas dispuestas a ir donde Dios le llama y hacer la maleta ligera de equipaje y ponerse en sus manos para hacer lo que haya que hacer, para ir donde haya que ir. Es un orgullo conocer a personas así. Por eso solo tengo palabras de agradecimiento a Dios por poner rostro y nombre a estas personas.
Seamos personas que conocemos la raíz de nuestro hacer, del sentido de nuestros pasos. Seamos personas que anuncian hasta con sus dudas y cansancio, pues es ahí donde Dios hace maravillas.