Nacidos para volar
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CONSEJO 41

41. Las niñas de dividirán en tres Clases: la primera, de las de más edad o instrucción, deben saber el catecismo todo, leer de una manera corriente, comenzar a escribir; la segunda, serán menos instruidas, pero que ya lean el catecismo; y la tercera, de las pequeñas. Si son numerosas, se pueden repartir en varias secciones.

                Curiosa y con sentido de época, la división de las clases. Cada tiempo tiene sus respuestas a las necesidades de la sociedad de ese momento. La M. Cándida esto aconsejaba, de la misma forma que hoy nos diría otros consejos. Lógico. Me hace pensar en tantos que aprovechan las palabras fuera de contexto para lanzar piedras sobre alguien. No es de buena gente.

                Las mayorcitas o mejor preparadas en un grupo. Otro grupo para esas a las que les falta un poco (imagino que sería de las de edad intermedia). Y un tercer grupo para las pequeñas. Y aconseja no masificar. Si hay muchas, que se repartan en varias secciones, para que así puedan ser atendidas como se merecen. Eso es cuidar a las alumnas como personas importantes, que importan.

                Desde lo que conozco, creo que la M. Cándida añadiría que cuando una mayor vaya destacando, ayude a las otras niñas de otros grupos. Seguro. No todos somos iguales en capacidades o en oportunidades, pero la oportunidad que la M. Cándida daba a las niñas de su época era algo grandioso, era tratar a esas niñas olvidadas, como auténticas personas, sabiendo que con esto les estaba dando unas herramientas fundamentales para su futuro. La división de grupos no afecta al trato de las personas.

                Ayer celebramos el último domingo del tiempo ordinario, celebramos la fiesta de Cristo Rey del Universo. Y celebramos que Dios es nuestro Rey, ese rey bueno y misericordioso que nos cuida y nos protege. Y es ese rey con imagen de pastor, un pastor como recitamos en el salmo 22:

“El Señor es mi pastor, nada me falta”

                ¡Qué bien viene saber esto y cuánto ayuda a respirar de otra forma! Sobre todo, en estos momentos que estamos viviendo. Porque hablamos de Dios, de ese pastor que “repara mis fuerzas” y “me guía por el sendero justo”. Hablamos de ese Dios cuya “bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida”. Ese es nuestro Dios. Ese es nuestro Rey. Ahora nos toca a nosotros ser buenos hijos y buenos hermanos. Y que nuestra vida esté repleta de buenas acciones, sin esperar nada a cambio, sin apuntarlas en la libreta de papel, sino en la libreta de la vida, esa que sólo Dios abrirá al final de nuestros días. Y en esa libreta hay un apartado que dice:

                “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” Mateo.

                Seamos personas que acogen y ayudan a los que necesiten nuestras manos para colaborar en lo que no puedan, nuestros pies para recorrer el camino, para acompañar en el camino, nuestros oídos para escuchar sin interrumpir, para escuchar sin necesidad de contar lo nuestro. Seamos buenas personas, de esas de corazón, aunque cueste, de esas que no olvidan que el Señor es nuestro Pastor, que el Señor es nuestro Rey.

                Seamos personas de esas que apuntan en la libreta de la vida.