35. Se procurará que las niñas oigan misa si es posible, arreglándoselas los días de fiesta, según las circunstancias de los pueblos y escuelas. Pero en las escuelas de los pueblos, donde se puede hacer, irán a la Parroquia y, además de las jóvenes de quienes ya se habló que pueden ayudar a vigilar en su división, estarán presentes las Maestras y Ayudantes para mantener el orden, modestia y piedad conveniente; esto en los días de fiesta, y ojalá pudiera haber proporción para poderlo hacer todos los días antes de ir a la clase; pero esto cuando se pueda, Dios proveerá.
Querida M. Cándida hoy es un día especial para recordar un trocito de tu vida. ¿Y por qué? Pues sencillamente porque la festividad de hoy nos lleva a aquel día de agosto 1902, en aquel viaje a Roma. Y hoy empiezo con una sección titulada: ¿sabías que …?
¿Sabías la relación de la M. Cándida con la Virgen del Pilar de Zaragoza?
Pues bien, tras la consulta oportuna y con riesgo de equivocarme, sabemos que, sería aproximadamente, tirando a casi seguro, un 23 de agosto de 1902 cuando, después de preparar todo lo poco que necesitaban para el viaje, la M. Cándida junto con la M. Ángela y la Hª Gabriela Hondet, partieron para Roma, pero:
“La mañana que dispuso marcharse (6,30 sábado) se puso mala, habiendo estado poco buena los días anteriores, pero no desistió de su intento, dando una vez más prueba de que no retrocedía delante de ninguna dificultad cuando se trataba de cumplir la voluntad de Dios manifiesta por cualquier vía” (diario del viaje escrito por la Hª Gabriela).
Y aquí acudo a la carta 235 donde la M. Cándida escribe:
“… Hemos llegado a Zaragoza sin novedad, gracias a Dios, haciendo con mucha felicidad el viaje. Hemos visitado a la Virgen del Pilar, y, al entrar en su santo templo, no se puede explicar lo que pasa. ¡Es tan hermoso, tan majestuoso y devoto! Ya contaremos después todo. Hace mucho calor, pero le repito que nosotras seguimos bien. Estamos en la fonda de la estación. Los dueños son buenísimos y hacen por nosotras todo lo que pueden.
Continuamos a Barcelona. Ya escribiremos”
Pero tan profunda y prolongada fue la visita a la Virgen del Pilar, que se les escapó el tren a Barcelona. Menos mal que el jefe de estación fue amable y arregló aquellos billetes sin que perdieran su valor. Las MM. Reparadoras de Barcelona, con las recomendaciones que le había dado el P. Paz, estuvieron muy atentas y acogedoras y les facilitaron el descanso durante algunas horas a aquellas tres Hijas de Jesús.
El consejo de hoy habla de hacer todo lo que se pueda, siempre, pero cuando no se pueda más, confiamos y decimos con la M. Cándida: Dios proveerá. Y sabemos que Dios provee, sabemos que Dios acude y permite, pero nunca abandona. Sabemos, como sabía la M. Cándida, que hay momentos que hay que hacer lo que sentimos y creemos que es lo mejor, que hay que rezarlo y si así lo vemos delante de Dios, pues adelante. Sabemos también que en ese camino siempre está la Virgen, siempre dispuesta a escucharnos y a guiarnos, como lo hizo con la M. Cándida tanto en el viaje de ida como en el de vuelta (pero no en Zaragoza).
Desde aquí, desde este rincón, quiero felicitar a todas las que llevan a bien el nombre de Pilar, a todas; desde la que está a miles de kilómetros (Hayama), pero a la vez tan cerca, a las que están en España, a todas, a las que conozco y de las que mucho aprendí en el colegio y a todas las que se cruzaron en mi vida y siguen estando ahí.
La M. Cándida inició el camino a Roma confiada en Dios, tan confiada como el autor del salmo 22 que ayer escuchamos en la eucaristía. Porque después de recitar estas palabras el camino, que sigue siendo el mismo, se vive de otra forma:
El Señor es mi pastor, nada me falta
…
Me guía por el sendero justo
…
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan
…
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida.
Y para quien pueda sentirse agobiado y un poco deprimido o preocupado por la situación política de nuestro tiempo, le animo a recitar este salmo, le animo a confiar en Dios, a expresar libremente su pensamiento, pero a CONFIAR en ese Dios Padre que nunca nos abandona.