Cuando vi la calidad de la imagen del lunes pasado pensé que le faltaba un poco, pero después de darle una vuelta, vi que calidad es otra cosa. Calidad es ilusión y pasión, es mensaje honesto y transparente, cercanía y ganas de compartir. Por todo ello, gracias a quien puso la calidad por encima de todo.
Hoy seguimos con María y descubrimos esas virtudes que la Madre Cándida nos traslada en su carta: humildad, obediencia, sacrificio, pobre y caritativa. Y de esas virtudes hacía vida la Madre Cándida. Yo la imagino siendo ejemplo de todo lo que decía. La imagino una mujer humilde, a la que nunca se le subió a la cabeza el ser fundadora ni cualquier otro servicio, humildad a la que no le costaba arremangarse para cualquier faena, humildad para subir a felicitar a cualquier superiora de cualquier lugar. Obediente al mensaje recibido, obediente a las sugerencias para mejorar, obediente hasta las últimas consecuencias, aunque le costara que algunos o algunas no le entendieran y supusiera distancia entre ellos. Y así sigo dibujando el perfil de aquella mujer que solo imagino, perfil que aporta su vida sacrificada en bien… de todos. Y por supuesto vivir con lo justo, vivir sin ostentaciones, compartir hasta la pobreza que sufría y esta virtud creo que va muy unida a su sencillez y la sencillez con la que quería que vivieran sus hermanas. Todo para los demás y a favor de los demás. El mejor tesoro es ser caritativa con las necesidades de cada persona y de cada momento. No es mal plan de vida. Pero difícil, exigente, coherente. Es un plan para no olvidar.
Todo el plan anterior se sostiene, como siempre, en el evangelio. No hay que buscar mucho más. Y un ejemplo es la propuesta de Marcos de ayer: “Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación” ¿Cuántas veces escucharía esto la Madre Cándida? En una de ellas le brotaría esa frase de “Al fin del mundo iría yo …” Es una conexión perfecta. Y también quiero destacar el párrafo donde Marcos cuenta: “Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba”. Pues claro. El Señor siempre coopera, siempre está, siempre da las fuerzas y las palabras para ser testigos de su evangelio. Estamos empezando el año 1911 y en la Madre Cándida estarían resonando estas palabras como envío de Dios: “Id …. Ellos se fueron”.
Que la alegría de mayo nos traiga alegría en nuestro ser. Sonriamos a la vida como la vida nos sonríe. Y cuando la vida se ponga triste miremos a María como madre nuestra.
Hoy nos acompaña la imagen de María que estuvo en el salón, todo el III Encuentro Internacional de Laicos en Filipinas.
Antonio Grau
Murcia