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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 373

Carta nº 373     Mayo 1909

“Dios premia con creces las buenas acciones y los sacrificios que se hacen por su amor”

Vivir y trabajar por el amor de Dios es buena tarea para emprender una aventura. Hacer las cosas por el amor de Dios es buen inicio para tener una vida feliz, donde a la vez, haces felices a los demás. Pero nadie dijo que fuera fácil, nadie dijo que sólo era cuestión de dejarse llevar y ver lo que iba pasando, nadie lo dijo y nadie lo dirá, porque la vida es vida. como el río es río.

Yo también creo, como la M. Cándida, que Dios premia las buenas acciones. La forma de hacerlo no me preocupa. Pero sé que premia las buenas acciones, y lo mejor de esta afirmación es lo que se disfruta cuando te decides a hacer buenas acciones. Hace unos días hablaba con un buen amigo sobre algunos problemas entre hermanos y padres. Comentábamos lo difícil que es entender alguna situación entre hermanos. Pero le comentaba que lo primordial en estos momentos era centrarse en las necesidades de la madre, era ayudarla y pasar de otros aspectos. Hay veces que cuesta expresarlo mejor, que cuesta decir lo que piensas, pero lo que sólo sé con certeza, es que mi amigo durmió esa noche como hacía tiempo que no dormía y sólo por preocuparte de unas bombillas u otros pequeños detalles. Los pequeños detalles hacen grandes a las personas. Dios premia las buenas acciones. Y Él busca sus estrategias y sus momentos. Hay veces que no es el momento, pero cuando llega, lo que es importantes, es no dejarlo pasar.

Porque, como dice Mateo, Dios no se cansa de llamar una y otra vez. Dios llama continuamente y de diferentes formas. Lo que ocurre es que nuestra ceguera, nuestra sordera o nuestra avaricia nos hace no escuchar, y como consecuencia, no actuar. Por eso es hora de poner en marcha esas buenas acciones que estamos dejando de lado, por falta de tiempo o por falta de ganas. Es hora de recuperarlas y hacerlas y descubrir que se duerme mejor después de hacerlo. Esa llamada, esa visita, esa corrección, ese perdón, esa acción de gracias, ese saludo,…

Y eso es lo que la M. Cándida nos recuerda hoy, eso es a lo que nos invita, como invitó a las que leían su carta ese mayo de 1909. Hagamos buenas acciones y hagamos buenas nuestras acciones. Y sobre todo hagamos las cosas por amor y con amor, que, aunque suene muy llevado es lo más importante. Es bueno descubrir que eso del amor en las acciones empieza por una sonrisa en el saludo.

Seamos lirios del campo cuidados por Dios, sencillos y de paso, pero mientras dure este paso seamos lo más bello que podamos.