Carta nº 366 noviembre 1908
“Dios nuestro Señor lo arregle, pues su divina providencia es muy grande, y nunca nos falta si confiamos de veras en Él”
A lo largo de estas perlas y a lo largo de este curso siempre he ido descubriendo la coincidencia del evangelio con las palabras de la M. Cándida, como no podía ser de otra manera. Siempre de la mano, siempre en sintonía. Y en este último día del curso donde me despido hasta el 4 de septiembre también vuelve esta preciosa sintonía como parte de una gran partitura.
No tengáis miedo, no temáis, nos cuenta Mateo por el capítulo 10 de su evangelio. Y ahora la M. Cándida nos lo reafirma con su “nunca nos falta, si confiamos en Dios” Confianza y miedo son elementos que se separan conforme aumentan cada uno de ellos. Cuanto más miedo, puede ser que haya mucha menos confianza. Cuanto más confiamos en Dios, menos miedo tenemos a nada. Eso no quiere decir que la vida no deje de funcionar como es, pero la respuesta de los que confían es muy distinta. La actitud ara afrontar lo que viene es muy diferente.
Por eso confío y no tengo miedo para dos buenos días que se acercan. El martes 27 y el miércoles 28 son dos días importantes para seguir subiendo escalones en la oposición a bombero de Mario (mi yerno) para lo que se han invertido años. Son dos días de confianza y de esperanza y por supuesto de no miedo. Son días donde unidos en la oración dan una fuerza especial. Por eso pido que esos días encontremos un segundo para apoyar las dos pruebas de una dura oposición que empezó un 2 de diciembre de 2016, concretamente y a la vez que Petra recibió el abrazo del Padre y ella le devolvió su inolvidable sonrisa. Esa misma tarde coincidieron esos dos acontecimientos. Pero además ese mismo día, unos años antes, Manolo se encontró con el Padre y le contó tanto que todavía creo que están hablando, le contó su Historia y las cosas de la huerta que desde niño aprendió, los refranes y los chascarrillos. Y le habló, por supuesto, de baloncesto.
Al finalizar el curso ha llegado una noticia entrañable para mí: se ha convocado el III EIL (Encuentro Internacional de Laicos). Es en Filipinas a final de enero de 2018. Me ha recordado momentos felices de Salamanca y momentos tristes de Brasil donde no pude asistir por motivos personales. Me ilusiona asistir, si es posible. Y aplico la perla de hoy, y lo dejo en manos de su providencia, que es muy grande y nunca nos falta ni nos falla.
Sólo me queda desear un buen verano, un merecido descanso y un feliz tiempo de poner la cabeza en otras cosas donde recuperemos las fuerzas desgastadas. Que Dios siempre siga presente en estos días, porque si alguien repara las fuerzas y recarga las baterías, ese es Dios.