PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 344

Carta nº 344      enero 1908

“… lo que más me complace es que las hayan pasado (Pascuas) con tan santa paz, caridad, unión. etc.; que hayan bailado tanto, y el aurresku, como dice”

Es bueno compartir las alegrías, es bueno celebrar las fiestas con paz, caridad y unión. Es bueno bailar (imagino la fiesta). Me encanta la M. Cándida cuando toca con tanta sencillez los detalles más normales de la vida y los comparte con la misma naturalidad y sencillez. Y cuando da pie para que puedan compartirlo con ella con libertad.

Pero lo que me gusta mucho de la M. Cándida es la forma con la que indica e invita a pasar estos momentos. Dice que le complace, le gusta, le encanta que la paz haya sido parte de estas fechas. Yo creo que cuando la paz se hace presente en las fiestas es cuando se pueden celebrar de verdad. Porque cuando hay paz, todo lo demás brota solo. La paz es señal de que no tienes nada contra los demás, es señal de que tu vida está en calma y todo esto hace que contagies ese mismo estar.

El otro detalle es la caridad. Cuando tu fiesta no olvida a los que necesitan tu ayuda, cuando en tu vida no estorban los que necesitan tu vida, es cuando tu fiesta empieza a ser completa. Siempre habrá pobres, siempre habrá que tener caridad, siempre habrá que agradecer la caridad, pero siempre habrá momentos donde, porque la caridad es una realidad en tu vida, puedas bailar y disfrutar, puedas celebrar y reír como si no hubiera mañana.

Y por último la unión. Imprescindible en la comunidad, imprescindible en la vida de cualquier persona. Sentir que tu vida está unida a la de aquellas personas que quieres y querrás, que tu vida y tu actitud es más bien de unir que separar, es lo que hace que tu sonrisa se convierta en risa abierta y transparente. La unión es esa masa que ayuda a seguir dando pasos y que te das cuenta de su importancia cuando la pierdes, como tantas otras cosas.

Hoy me quedo con estas tres palabras: paz, caridad y unión. Me quedo con ellas para, como tantas veces, me sirvan de termómetro para medirlas en mi vida. Para saber cómo estoy en cada una de ellas y para estar atento a lo que venga esta semana. Probablemente, como tantas veces, siga siendo un desastre, pero confió en Dios, confío en su misericordia y espero que la alegría que se desprende de estas palabras siga siendo parte de mi vida como lo son las palabras de la M. Cándida, las señales del camino a través de unas cartas. Son palabras escondidas pero poderosas, como lo es la imagen de la Inmaculada escondida en un rincón de los Mostentes.