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Asamblea Provincial 2016: La fiesta del encuentro (II) – por @mlberzosa

28 de agosto

El domingo Pablo Veiga sj,  párroco de El Milagro,  nos acompañó en la eucaristía; recogíamos en el corazón y expresábamos nuestras vivencias,  deseos y sentimientos de estos días.

La mañana estuvo dedicada a un panel sobre la misericordia puesta en acción, escuchando las diversas presencias en las que estamos como provincia,  con una variedad grande de atención a personas necesitadas en muchos lugares y siempre en colaboración con otros.

Todavía las experiencias vividas por Paloma Lesma en Nador y Melilla y Naike en Magis y JMJ, y trasmitidas con tanta pasión,  aumentaron el entusiasmo y la confirmación de dónde debemos estar,  cada una según la medida de sus posibilidades, pero sin mirar para otro lado cuando las llamadas son tan fuertes …

Finalmente evaluamos la experiencia y escuchamos las palabras de cierre de Teresa Pinto que vuelve a insistir en la “misericordia aplicada,  como mandato del Deuteronomio para todas,  estemos donde estemos,  hagamos lo que hagamos,  pero unidas en la misma dirección”.

Ella agradeció a muchas personas que han colaborado de  modo especial en la preparación de la Asamblea,  y a todas por la presencia. También ella, y las hermanas que terminan su servicio de gobierno,  recibió la gratitud de la provincia en este cambio de etapa.  Y los mejores deseos para Mary Carmen Martín que ha tomado el relevo con el nuevo equipo,  el 1 de septiembre.

Por la tarde,  algunas menos,  nos fuimos a Plasencia (Cáceres) ciudad monumental que recorrimos en grupos con guías locales.   Y nos despedimos de ella compartiendo nuestras bolsas de merienda-cena en un parque;  volvimos a Salamanca entrada la noche,  calurosamente cansadas pero todavía con alegría y sin que faltasen gotas de buen humor.

Nos hemos encontrado y reencontrado, -cosa que siempre nos alegra-; hemos vivido juntas esta experiencia de “misericordia aplicada”;  hemos reconocido tanto lugares donde somos misericordia y la recibimos de los demás …ahora volvemos a nuestras casas con el corazón como los de Emaús:  un poco caldeado  por haber re-conocido al Señor a través de tantos gestos de pan partido y vino saboreado.