Los padres no tienen un manual de instrucciones para educar a los hijos y según van haciéndose mayores los retos y dificultades en su educación van en aumento, tanto en las relaciones interpersonales, como en todo lo relacionado con la escuela y las decisiones que deben tomar sus hijos en ella: optativas, ciclos formativos, rutas de estudios, elecciones vocacionales.
Los padres deben ser copartícipes en el proceso educativo y formativo de sus hijos y por ello es necesario establecer en los centros cauces fluidos de información y participación. Todas las decisiones académicas, que son “retos” para los alumnos, se deben tomar en conjunto entre padres, maestros y orientadores, ayudándoles a elegir las opciones más adecuadas para su futuro en un camino que hay que recorrer juntos.
Hay muchos mitos que desterrar en la educación vocacional, y el papel de los orientadores en los centros es fundamental para hacerlo. No siempre los hijos deben seguir las tradiciones familiares (“mi padre es abogado… yo tengo que ser abogado”), ni deben estudiar lo que los padres hubieran querido estudiar, ni ser una proyección de las expectativas familiares. Por otra parte, en los próximos años desaparecerán algunos trabajos tradicionales por la irrupción de robots y nuevas tecnologías, y surgirán muchos otros ligados al mundo digital. Según datos recogidos por el Observatorio para el Empleo en la Era Digital, ocho de cada diez jóvenes encontrarán un empleo relacionado con el ámbito digital en trabajos que aún no existen.
Es fundamental implementar en nuestros centros una orientación vocacional y profesional temprana, estructurada y de calidad en la que deben tener un papel destacado los padres y los alumnos junto con los orientadores y tutores, para así facilitar el complejo proceso que viven y afrontan los chicos a la hora de decidir cuál va a ser su camino profesional y la formación que necesitarán para incorporarse al mercado laboral.