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Una vida con sentido(s)- ¿Cómo lo ves?

Sagrado Corazon . Bilbao, Vizcaya Foto: Manuel Diaz de Rada

Él está ahí. Pendiente de todo. Presente en todos.

Mostrando su corazón siempre abierto.

Y mientras, todo pasa con cierta normalidad.

Juegan los niños, que tímidamente lo miran de reojo: “Qué imponente. Aún desde aquí lo veo”, piensan.

Pasan las familias, recordando algunas los momentos que pasaron junto a él: “Ahora parece que está escondido entre tantas plantas, pero cuando yo estudiaba aquí, veníamos a visitarlo a menudo y rezábamos un rato a su alrededor”.

Hablan los “profes”, justo delante de las verjas que lo protegen: “Mira que es bonito, por más años que pasan no me canso de mirarlo”

Un día, como cualquier otro, un balón se cuela dentro del jardín. “¿Seño, puedo entrar a coger el balón que se ha metido dentro?”. Y justo ahí, en plena búsqueda de su tesoro más preciado, cuando el resto espera la heroicidad de recoger su pelota, lo encuentra quieto, en pose de ofrenda, abriendo su corazón al mundo y parando el suyo durante unos segundos. Solo eso le hace falta para fascinarle. Nunca se había fijado en la sonrisa que esconde y en la calma que desprende su imagen.

Vuelve con el resto para seguir jugando. No se lo cuenta a nadie, pero lo ha notado. Y sigue como si nada pero ha sentido lo especial del momento. Llega a la clase de “reli” y cuando el “profe” les habla de la entrega de Jesús y su amor total por las personas, el niño lo entiende. Y al día siguiente, en la tutoría, cuando su “seño” intenta arreglar aquel conflicto descubre que lo tiene aún más claro.

Y Él sigue ahí. Viéndolo todo. Presente en todos.

Parece que no hace nada pero nos acompaña, nos protege, nos ayuda, nos mira.

 

(Texto de David Sanchez de Amo,

profesor y compañero del colegio Stella Maris, de Almería)

Gracias David

Beatriz Neff, FI

@beatrizneff