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«Un tiempo lleno de nombres», Marta Maté

Experiencia Sur: Bolivia
Al volver a casa, familiares, amigos, compañeros me han preguntado por mi experiencia en Bolivia. Yo trato de contar con muchísimos detalles dónde hemos vivido, las costumbres del país, a qué dedicábamos nuestro tiempo, qué lugares hemos visitado… Sin embargo, me doy cuenta de que todas las veces me he quedado corta, de que me cuesta mucho transmitir toda la Vida regalada por medio de tanta gente durante este mes.
Muchos preguntan qué hemos hecho, y la verdad es que hacer, hacer no hemos hecho nada extraordinario. Y entonces, ¿para qué recorrer 8.800 km si no vamos a hacer nada especial?
Desde el primer día durante la formación se nos recordó que no íbamos a hacer nada del otro mundo, que no acudiéramos con la intención de arreglar nada o de dar soluciones.
En esta sociedad en la que nos movemos parece que todo tiene que ser útil, que hay que “hacer y hacer” y a veces se nos olvida el sentido de palabras como acompañar, servir, entregarse, acoger, abrazar, regalar, darse, estar…
Ha sido un tiempo lleno de nombres, de cada uno de los compañeros con los que he compartido mi vida durante este mes, de cada niño al que acompañaba en el apoyo escolar, de cada uno de los que vivían en el internado, de las voluntarias de FASFI, de los niños y adolescentes de la parroquia, las Hijas de Jesús de Buen Retiro, Cochabamba, Potosí y Santa Cruz de la Sierra… nombres y rostros que ya no olvidaré. Ha sido un tiempo compartiendo horas en las que más que el resultado lo importante era el cariño que poníamos en cada cosa. He recordado el verdadero significado de acoger y de acompañar, he podido saborear la libertad que se siente cuando damos sin esperar, cuando no exigimos una respuesta, cuando nos mostramos tal y como somos.
Me quedo con la presencia de Dios acompañándonos cada día, regalándome mucha paz y alegría sencilla. Me llevo muchas risas, muchos abrazos, amigos y muchos interrogantes. Ahora toca preguntarme qué hacer con tanto bien recibido y desde dónde quiero vivir cada día después de este tiempo en Bolivia.
Marta Maté