Siempre es un buen día para dar gracias. Hoy es un buen día para compartir y agradecer o para agradecer y compartir.
Y hoy doy gracias a Dios porque voy a ser, D. m., abuelo. Mi hija Marta está embarazada y nos han llenado la casa y la familia de una alegría nueva, de una esperanza diferente, de unos valores renovados y de mucha ilusión. Y es un buen espacio para agradecer, para dar gracias a Dios por todo lo que estamos viviendo en estos momentos.
También para compartir con todos aquellos que quiero, con todos mis amigos con los que tanto comparto mi vida y con todos los que nos cruzamos por al camino de la vida.
Me quedo también con la segunda parte de la perla. La M. Cándida pone toda su confianza en Dios y todo lo que hace es para dar gloria a Él. Pues desde ahí lo expreso, desde su voluntad, lo cual no quita que cada vez que brindamos pidamos mucha salud para el niño/a que viene de camino. Y cuando esto se pide así es porque creemos que, como dice el salmo 120, el auxilio me viene del Señor y nos guarda de todo mal.
Hoy tengo muchos motivos para dar gracias a Dios, pero también quiero dar gracias cuando no tenga motivos, cuando la sombra haga que parezca que esa forma es la natural. Dios siempre estará ahí y eso es lo importante, eso es lo que me llevara a entender muchas cosas difíciles o aparentemente incomprensibles.
La petición es obvia: vuestras oraciones para nuestro futuro nieto/a. Porque somos de los que creemos en la fuerza de la oración, en los frutos de la oración y en la realidad de estar unidos por este vínculo.
Hoy las palabras se vuelven emoción y eso es difícil de teclear, pero los que me conocéis sabéis de lo que hablo.