Carta nº 468 Julio 1912
“Dios te dará fortaleza. … Cuanto más grandiosa es la cosa que se desea, más cuesta conseguirla y más alegría y gozo se siente después cuando se posee, sabiendo apreciar mejor su valor. Ten confianza y paciencia, pues dice Santa Teresa: “La paciencia todo lo alcanza”. Dios sabe mudar los corazones”
He tenido que leer varias veces la perla de hoy. No podía creer lo que estaba leyendo, no podía entender cómo alguien se hace presente en tu vida habiendo escrito un trozo de una carta en julio de 1912. Pero lo creo y lo agradezco, porque sé que Dios es lo que quiere, que con su mano ha guiado los pasos para poder apreciar el valor de algunas cosas.
Dice la M. Cándida que Dios te dará fortaleza. Imagino que en su vida lo experimentaría muchas veces, para poder afirmar esto con tanta claridad. Porque sigo imaginando que, en algunas ocasiones se vería sin fuerzas ante situaciones difíciles, ante situaciones inesperadas, ante reveses de la vida. Y es ahí donde ella encontraría la fortaleza de Dios para seguir dando pasos y seguir confiando. Y es ahí donde nos abre el camino para poder hacer nosotros lo mismo. La fortaleza que Dios nos da, es grande y ayuda a nuestras pobres fuerzas. Hay que saber resistir los vientos y avatares, que no faltan, pero no se trata de resistir por resistir, sino de confiar y saber resistir, sabiendo que siempre Dios hará lo mejor para lo que deseas. Y hablando de deseos, la M. Cándida nos aclara que cuanto más grande es la cosa, más cuesta conseguirla y más alegría y gozo se siente cuando se posee. Pero con un fin: para saber apreciar bien su valor. Hoy podríamos hablar de sueños, de buscar lo importante, lo esencial, pero al final es lo mismo. Cuanto más grande es tu sueño, más debes esforzarte en lograrlo, porque al final grande será la alegría y el gozo. Y, si después de esforzarte, no logras el sueño, sigue soñando, porque es que Dios te tiene preparado algo más grande, que todavía no entiendes ni puedes ver. Pero sobre todo debemos aprender a apreciar el valor de los sueños, a valorarlos en su justa medida, para que así no generen ansiedad ni depresión. Los sueños son las metas, lo importante es cómo se hace el camino, lo demás Dios proveerá.
Y, por si fuera poco, añade que debemos tener confianza y paciencia, Una a largo plazo (confianza) y otra a corto plazo (paciencia), pero igual de importantes y valiosas las dos. La confianza nos abre el horizonte cuando las nubes se empeñan en ocultarlo, y nos abre los ojos cuando no ves nada o cuando te cuesta ver con claridad. Es un motor, un soporte, una guía. La paciencia es lo de cerca, lo de cada día, la actitud de cada mañana cuando los sueños parece que se alejan, es la no desesperación y el secreto para seguir esperando siempre. Ambas son inseparables.
Y cierra la M. Cándida afirmado que Dios sabe mudar los corazones. Es más fácil de entender cuando tu corazón ha sido mudado. Es más sencillo y con poco basta, para saber de qué está hablando la M. Cándida. Dios sabe mudar nuestro corazón y ante los sueños sabe mudar los corazones de quien dependen los detalles de los sueños. Dios sabe cómo hacer las cosas, lo difícil es descubrir que detrás de todo esta Él.
Dios sigue escribiendo la historia de las personas, sigue siendo testigo de nuestros pasos, nos sigue animando a confiar, a creer que es posible que algunos sueños sean realidad, porque “el Señor guarda a los peregrinos”, como escuchamos en el salmo de ayer, y los cuida como Padre bueno.