Cuando se habla de la vida de comunidad, es cuando esta perla se entiende mejor. La Madre Cándida intuyó y supo mucho de este asunto conforme fue avanzando su vida en común con otras personas. Era de hacer bien las cosas pequeñas, de no despreciar las cosas pequeñas porque si esto hacemos, poco a poco iremos cayendo en despreciar las grandes. Añado a las personas en esta misma perla. Quien desprecia a las personas pequeñas, poco a poco ira acostumbrándose e irá ampliando a cada vez más y mayores. Hay veces, muchas veces, que en lo pequeño encontramos la respuesta a eso que buscamos y no veíamos por ningún lado, porque en lo pequeño está la auténtica verdad. Y si esto desprecias, empieza a temblar, porque iremos cayendo en barbaridades cada vez mayores.
La vida y el evangelio fueron maestros de la Madre Cándida. Ella escuchaba con otros oídos lo que los evangelistas escribieron sobre lo que Jesús nos dijo. Sus oídos estaban abiertos a aprender y hacer lo que su corazón sentía. Seguro que alguna vez escuchó el salmo 91 y seguro que alguna vez repitió su estrofa: “Es bueno darte gracias, Señor”. Muchas veces le daría gracias por todo lo recibido. Y muchas veces descubriría que lo importante es que estamos llamados a ser buenas personas, estamos llamados a ser árboles buenos. Lo importante es estar en las manos de Dios y que Él vaya podando aquello que nos sobra con el fin de tener brotes nuevos y nueva savia. Porque sabemos que el polvillo de la vida se va acumulando y Dios utiliza el cepillo del amor para limpiar aquello que no es nuestro, pero que se nos pega. No hay mejor cuidador ni mejor cepillo.
¿Cuáles son las cosas pequeñas que no debemos despreciar?
Esta pregunta es importante para entender algunas otras. Las cosas pequeñas, los detalles, lo cotidiano, lo sencillo. Es clave para vivir de una forma determinada. Y es clave porque si despreciamos lo pequeño y nos transformamos con lo grande, nos convertimos en unas personas falsas, o por lo menos, en personas que necesitamos un poco de humildad para descubrir lo que de verdad es grande y lo que de verdad es simple. Si miramos la vida de los santos, les descubrimos grandes en las cosas pequeñas. Creo que entendieron lo que la Madre Cándida quiso decir. Se trata, como dicen por aquí, que no se nos caigan los anillos por hacer algo que otros puedan pensar que no debemos hacer porque es tan pequeño que lo tiene que hacer otra persona. Que nunca se nos caigan los anillos para servir. Y así la vida auténtica, esa del día a día irá cobrando sentido e irá haciendo este tramo de la vida, un poco más feliz. Y como consecuencia de esto, irá haciendo la vida más feliz a los que están a nuestro alrededor.
Hoy puede ser un buen día para descubrir las pequeñas cosas del lunes, para descubrir que de nosotros depende hacerlas bien y con agrado. Ánimo, porque hoy, como cada día, puedes cambiar un poco el mundo. Y por eso ya merece la pena estar caminando.
Antonio Grau
Murcia
Lee aquí completa la carta 438 de la Madre Cándida