Todo lo sencillo, lo natural, lo cotidiano, lleva a Dios de una forma especial. Todo lo que nace desde el corazón, pensando en los demás, lleva a Dios. Da igual que sean verduras o botellas de litro. Da igual. La Madre Cándida es de esas personas que escribía con el corazón. Su pluma era su voz y desde allí salían esas palabras de ánimo o simplemente, como esta vez, de agradecimiento. Dios siempre en su boca, Dios siempre en el papel como único protagonista de su vida.
Seguimos camino de ese portal que cada vez se acerca más a nuestra mirada y a nuestra vida, y me sigo preguntando ¿qué le llevaré al portal este año? Y pienso en años anteriores y no recuerdo nada especial. Me gustaría que este año fuese diferente. Me gustaría recordar que este año mis manos llevaron algo sencillo que hiciera sonreír a ese niño. Y me vuelvo a interrogar, ¿cómo lo conseguiré? ¿cómo lograré que el niño sonría? ¿con qué podría ver esa sonrisa? Pero no tengo la respuesta, sólo tengo la decisión de seguir buscando y escuchando en este trozo de Adviento que aún queda.
En este punto estaba cuando, como siempre, Dios pone delante de mis narices el evangelio de Lucas de ayer y comienza diciendo:
Entonces, ¿qué debemos hacer?
Uff. Qué oportuno. Estoy en el mismo sitio que la gente de aquel tiempo. En la misma situación. Y dispuesto a seguir escuchando, y oigo:
El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene;
El que tenga comida, haga lo mismo.
Un poco después, y como para que no quedaran dudas, aparecen los publicanos que se creían que lo anterior no iba con ellos y vuelven a preguntar lo mismo:
¿qué debemos hacer nosotros?
Y Jesús, con esa paciencia del santo Job, les contesta rápido y claro:
No exijáis más de lo establecido.
Pero como si de una broma se tratara, llegan unos soldados y le preguntan otra vez lo mismo:
Y nosotros, ¿qué debemos hacer?
El Señor miraría al cielo diciendo: Padre y ¿ahora qué?. Pero vuelve a responder a cada uno según su propio ser, y les dice:
No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias,
sino contentaos con la paga.
Este es el pasaje del evangelio donde podemos explicar con claridad la educación personalizada. Jesús responde a cada uno según necesita, atiende a cada uno en su momento y en su tiempo.
La Madre Cándida es agradecida y su aval es Dios. Ella sabe de quien se ha fiado y los que tratan con ella también lo saben.
Preparemos el fuego. La Nochebuena asoma en unos días. Preparemos nuestro corazón. Dios se acerca de una forma sencilla. Y no olvidemos: ¿qué le llevaré al portal en Nochebuena?
Antonio Grau
Murcia