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PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 421

Carta nº 421     Agosto 1911

 

“…sé fiel al divino Amante… Él vela por nosotros y sabe lo que nos conviene”

 

Comparto hoy una de las frases del escritor francés Anatole France: “el azar es el pseudónimo que utiliza Dios cuando no quiere firmar”. Hoy el azar me ha puesto delante una de las perlas de la Madre Cándida que me aporta claridad y habla de fidelidad. Algo aprendí de la Madre Cándida y mucho sigo aprendiendo de ella. Y hoy, el azar, habla de fidelidad.

 

Ser fiel es una de las cualidades que toda persona debe cuidar, sabiendo que esta virtud provoca felicidad y bienestar. Ser fiel a Dios, a pesar de todas las dificultades es una buena virtud para empeñar tu vida. Saber de quien me he fiado es la mayor de las gracias que podemos tener. Y Dios siempre acompaña esa fidelidad superando con diferencia la nuestra. Dios vela por nosotros y sabe lo que nos conviene. Y cuando Dios vela por nosotros parece que estamos seguros de todo lo que hacemos o por lo menos sentimos que la soledad es menos soledad, que las dificultades del camino son superables, porque le tenemos a Él, a ese Padre que vela desde cerca o lejos para que todo vaya bien. La segunda parte de la afirmación de la Madre Cándida es más delicada y, a veces, cuesta ver con claridad. Dios sabe lo que nos conviene, pero nosotros no lo sabemos con tanta certeza. Por eso protestamos, nos rebelamos, nos distanciamos, hasta que Dios, que nunca se fue, vuelve a aparecer a nuestro lado y vuelve a invitarnos a descubrir el por qué de las cosas, la razón de los acontecimientos. Y ante esto sólo nos queda agradecer el don de la fe, agradecer que Dios vela, cuida y nos da lo que nos conviene.

 

El azar pone salmos para repetir. El salmo 17 de ayer es uno de los que aparecen para confiar en ese Dios que se convierte en nuestra fortaleza y nos protege. Y por si teníamos dudas de lo que podemos hacer, Marcos nos cuenta el relato donde Jesús hace sencillo lo que otros pretendían hacer muy difícil y complicado. Habla de amor, mejor, habla de amar. Y marca las dos direcciones de la señal de la cruz, marca la vertical hacia Dios y la horizontal hacia el prójimo. No hay muchas dudas para enrevesadas interpretaciones, sólo hay que ponerlo en marcha en nuestra vida.

 

Por todo ello, camino y confío mirando adelante con la esperanza de Dios, con la única que nunca falla. Y seguiré intentando cada día de mi vida seguir así. Tener la certeza de saber que Dios vela por nosotros y sabe darnos lo que nos conviene es suficiente garantía para dar nuevos pasos, para sacar oportunidades de las adversidades (como decía una directora que tuve) y para seguir confiando en que Dios escribe recto con renglones torcidos.

Antonio Grau

Murcia

Lee aquí la carta 421 de la Madre Cándida completa